Rugby a los 60 y no en un equipo de Veteranos: «Disfruto muchísimo más que cuando era joven» | Yo soy noticia


Aunque como él dice, el rugby tiene algo especial, intangible, cualidades que impiden a sus practicantes desengancharse al 100% cuando ya han colgado las botas. Los terceros tiempos, la enorme camaradería existente entre compañeros y con los rivales o el sentimiento de sacrificio y esfuerzo continuo, que es compartido por todos los que pisan el campo, graban un sentimiento de pertenencia que actúa de vínculo indestructible para toda la vida.

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“El rugby es el deporte de equipo más grande que hay”, asegura con rotundidad Pedro, que rozando los 60 años es con diferencia el jugador más veterano de la 3ª Territorial valenciana donde actúa el segundo equipo Senior masculino del CAU.

“Hacer tu función y estar en continuo apoyo con los compañeros es algo muy especial”, añade este hombre de físico envidiable, al que pocos o nadie adivinarían la edad en un primer vistazo y que además de una genética privilegiada, ha contado siempre con una gran disciplina en el cuidado de su cuerpo.

La misma que sigue luciendo hoy en día, rodeado de chavales a los que podría acoger como nietos. “Me quito años de encima jugando con chavales de 19-20 años, es una sensación de notar que aún puedo disfrutar y jugar”.

El rugby es el deporte de equipo más grande que hay”

¿Por qué 30 años después?

Pedro regresó el curso pasado al CAU pero no para estar con los partidos amistosos de los Veteranos, sino para enrolarse en la pura y dura competición federada de un CAU Rugby Valencia que entonces competía en 2ª Territorial.

Fue el propio club rojinegro el que pidió a la FRCV el descenso ante la imposibilidad de sus jugadores de acometer los desplazamientos fuera de la provincia que requiere la categoría, y por eso actualmente disputan encuentros en una 3ª Territorial donde ya están enrolados en las eliminatorias por el título.

A nuestro protagonista, sinceramente, le es indiferente 2ª o 3ª Territorial. Él lo que más saborea es todo el proceso semanal, desde la hora de gimnasio antes del físico y posterior partidillo sobre el verde, hasta el partido de los fines de semana. Es un libro abierto cuando tiene que explicar lo que siente tras estar 30 años sin vestirse de corto cada semana. “Es increíble”.

“Si hubiera empezado ahora, seguramente no lo hubiera dejado hace 30 años. Hay muchos más medios y da gusto estar ahora en un proyecto de rugby, ha cambiado todo de manera muy profunda”, señala sobre esta nueva era del balón ovalado. Lejos quedan ya los 70 y 80 que él conoció en este deporte, cuando el amateurismo era total y absoluto en torno a una actividad que fluía gracias a la enfermiza pasión de tipos que se jugaban el físico en los campos de tierra de la época.

Si hubiera empezado ahora, seguramente no lo hubiera dejado hace 30 años»

“Antes íbamos a jugar a sitios donde quitábamos las piedras del campo mientras calentábamos. Lo del césped artificial por entonces era una fantasía, hablamos de patatales mientras que ahora da gusto jugar con el nuevo césped artificial. Se nota además una gran evolución en reglamento, preparación tanto táctica como técnica de los equipos… Antes cada uno se cuidaba como podía o sabia, mientras que ahora hay un seguimiento en todas las categorías”, apunta el valenciano, todo un espejo en el que pueden mirarse los jóvenes.

Un contexto que a él le hubiera puesto mucho más difícil la decisión de dejar la actividad allá por 1990, cuando una serie de lesiones musculares le hicieron saltar con miedo a jugar los partidos y le empujaron a separar caminos con el rugby. Quién iba a decirle a él, y a su entorno, que tres décadas después y a punto de cumplir 60 años, le iban a ver recorrer el campo en la posición de ‘ala’ que ha ostentado desde los inicios.

Antes íbamos a jugar a sitios donde quitábamos las piedras del campo mientras calentábamos»

La veteranía es un grado

Pedro no asegura al 100% que vaya a seguir más allá de este curso –“tengo que reflexionarlo mucho este verano también con mi familia”, aunque no será por estado físico y de confianza en sus posibilidades. Se cuida, practica mucho deporte más allá del rugby que le permiten estar en una forma que envidiarían muchos veinteañeros -se le puede ver habitualmente en el circuito nacional de carreras de obstáculos-, pero sobre todo conoce sus límites y ha aprendido a escuchar a su cuerpo para reservarse un fin de semana si nota que algo no va bien.

“La rapidez que ya no tengo la suplo con colocación en el campo, con adelantarte al contrario y esa veteranía que te dan los años”. Y también con mucha humildad, pues es el primero que reconoce la desventaja con respecto a un rival cuando ha empezado el juego y si tiene que pedir el cambio de lado, o directamente dejar paso a un compañero de refresco, lo hace porque de eso también va este deporte del rugby: de pensar en el ‘nosotros’ antes que en el ‘yo’.

“Veteranos como en mi caso creo que no les damos motivos a los jóvenes para que se quejen, si yo puedo ellos todavía más, y mejor”, indica uno de esos inspiradores ejemplos que de vez en cuando vamos encontrando en el deporte.

Amo este deporte, y ahora lo disfruto muchísimo más que cuando era joven”

Un tipo que nos demuestra que con esfuerzo, sacrificio y voluntad, la edad es solo un número. Solo alguien como él, que conoció épocas mucho más duras en torno al balón ovalado, puede apreciar con todos los matices la dorada era actual, con clubes cargados de enormes canteras de niños y niñas que aseguran un precioso futuro a este juego. “Amo este deporte, y ahora lo disfruto muchísimo más que cuando era joven”. Amen a eso, Pedro.

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