1) Adaptación previa
«¿Debo tener miedo a probar el barefoot?» Para nada. Pero sí tendrás que ser cuidadoso puesto que tras haber practicado deporte durante toda tu vida con zapatillas deportivas, es lógico que tu cuerpo se resienta si pretendes correr 10 kilómetros descalzo el primer día. Lo recomendable es llevar un proceso progresivo de adaptación donde tu propio cuerpo te indique cuándo estarás realmente preparado para salir sin calzado durante largas distancias.
Nuestra recomendación es que continúes tu planificación semanal con las zapatillas que utilices normalmente pero reserves los últimos cinco minutos para probar con una suela, en primer lugar, minimalista. Así, día tras día, tus pies se irán acotumbrando al contacto con el suelo mientras corres y de manera paulatina podrás ir acondicionando tu cuerpo hasta el punto de «jubilar» tu viejo calzado.
2) Sobrecarga muscular
Algunos músculos como los gemelos pueden resentirse por el sobrentrenamiento aunque por regla general, estas molestias se derivan de una defectuosa planificación o bien por un inadecuado proceso de estiramientos – previo y posterior a la sesión-.
No obstante, en el caso concreto de las llamadas pantorrillas, la zona muscular de la pierna trabaja más rígida de lo que estamos acostumbrados cuando llevamos calzado por lo que aumenta la posibilidad de sufrir calambres con mayor asiduidad o de sentir pinchazos internos que en la mayoría de los casos nos obligarán a terminar el ejercicio prematuramente.
Para evitar esto, es muy importante que no forcemos nuestro cuerpo más allá de nuestras capacidades físicas y nos tomemos el ‘barefoot’ como una nueva forma de entrenar o una novedosa actividad en nuestra rutina que nunca antes habíamos probado. Así, evitaremos excesos de confianza o sesiones maratonianas en las que, a veces sin ser conscientes, estemos sobrecargando nuestros músculos.
3) Tendinitis
¿Sabes de dónde procede el nombre del tendón de Aquiles? Cuenta la leyenda que el afamado luchador griego, muerto en la Guerra de Troya, fue sumergido por su madre en el Río Estigia para convertir a su hijo en un hombre invencible. Así pues, la única zona del cuerpo que no se mojó fue el tobillo por donde estaba sujetando al chico. Años más tarde, Aquiles murió como consecuencia de una flecha envenenada que le alcanzó en el talón.
Al margen de la historia, el tendón de Aquiles es una de las zonas de la pierna, junto a la rodilla, que con más frecuencia solemos exponer cuando corremos. Sin duda, una de las peores lesiones para un runner es la tendinitis en la parte anterior del tobillo. Este tendón es el más largo y grueso del cuerpo, características que provocan que soporte mucha presión
El motivo de sufrir una tendinitis en este área tiene que ver con unas malas zapatillas, pero sobre todo con la realización de una carrera excesiva en cuanto esfuerzo. Si consideramos que nuestro cuerpo no está habituado a practicar el barefoot, se multiplica por dos el sobresfuerzo realizado que nos puede dejar fuera del circuito durante meses. Además, la ausencia de estabilidad por falta de sujeción cuando corremos descalzos puede provocarnos dolores en el tendón
4) Fascitis plantar
Se trata de una inflamación de la fascia plantar en el área cercana al talón y puede producirse como consecuencia de un calzado inadecuado, pudiendo prevenirse mediante estiramientos de la pierna y el pie antes de comenzar la carrera.
En este sentido, el aumento del impacto del pie sobre el terreno cuando corremos descalzos puede facilitar la aparición de estas dolencias que condicionarán nuestro entrenamiento de manera considerable, incluso obligándonos a parar.
5) Ampollas
El contacto directo o semidirecto con el asfalto va a provocar que la piel se resienta y, hasta que la propia dermis se acondicione y genere una superficie más gruesa y resistente en la planta del pie, aparecerán las malditas ampollas que, hasta cuando no llevas calzado, aparecen para fastidiarte el entrenamiento.
Uno de los beneficios que te aporta el barefoot es que, como no tienes que estrenar ese par de zapatillas que suelen ser caras, no debes preocuparte por las rozaduras. No obstante, la temperatura de la superficie sobre la que estamos pisando también va a influir notablemente en la piel y te va a provocar heridas.
Ademas, hay que ser cuidadoso con ellas puesto que suponen un orificio de entrada al cuerpo y con él, una ventana abierta para toda una serie de bacterias y microbios que ya se encontraban en la calle antes de que tú llegaras y que, a tu paso, podrían darse un festín provocando en ti algunas infecciones que te harán visitar el dermatólogo para erradicarlas