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El valenciano se recupera de su caída en Jerez con el carisma que le identifica, y muchas ganas de poder comenzar su primera temporada completa en el Mundial de Moto2 con el objetivo de aprender.
Una larga trayectoria
Iker nació el 6 de enero del 2000 en Valencia, y desde que tiene memoria le han apasionado las dos ruedas gracias a su padre y ex piloto Txema Lecuona, quien le transmitió su afición por el motociclismo.
Comenzó a entrenar en 2008 en la escuela KSB Sport, y desde entonces ha participado en multitud de campeonatos en los que siempre ha destacado.
Desde la Copa Bancaja ha ido subiendo escalones hasta llegar al Campeonato del Mundo de Moto2 y, aunque su experiencia aquí todavía sea corta, Iker encuentra muchas diferencias respecto del FIM CEV, campeonato en el que pudo debutar en el 2015.
En el Europeo todos nos llevamos bien y éramos como un familia, pero en el Mundial no es así. Siempre te encuentras a alguien en pista que se queja de tus acciones”.
Iker intentó competir en PreMoto3 en el FIM CEV, pero debido a su físico no consiguió adaptarse a la moto: “Lo pasé bastante mal porque yo era muy grande para esa montura y, aunque me la adaptaron, era muy difícil estar delante”.
Un accidente que olvidar
El valenciano cambió su rumbo, y firmó un contrato de 3 años con el equipo CarXpert para disputar su primera temporada completa en el Mundial de Moto2, categoría en la que se encuentra más a gusto que en Moto3 y se adapta mejor debido a las dimensiones de la moto.
Sin embargo, hace una semana sufrió una fuerte caída durante la última jornada del test IRTA en Jerez que le provocó lesiones, de las que ha tenido que ser intervenido en Barcelona por el Dr. Mir.
Con el Mundial a punto de arrancar, el joven piloto no sabe todavía cuántas carreras podrá disputar: “Nos perdemos Qatar, Argentina y quizás Texas. Es una lástima porque son circuitos nuevos, y muchos kilómetros encima de la moto los que no voy a poder entrenar”.
Pero Iker cuenta con un buen sustituto, Julito Simón, piloto a quien le une una gran relación y seguro que no defraudará a su amigo: “Tiene mucha experiencia, y eso es algo que nos va a venir muy bien para poner la moto a punto”.
Lecuona no se desanima, y su objetivo continúa siendo el mismo que antes del accidente: “Nuestra meta es aprender, y trabajar mucho con la moto para conocer mejor su funcionamiento”.
Y a pesar de ser el piloto más joven de la parrilla de Moto2, no se va a dejar intimidar por los veteranos. “A ver si podemos tocar las narices a los mayores que llevan más tiempo que yo en la categoría”, bromea.
Un sueño que cumplir
El piloto valenciano confiesa que su sueño es lograr la victoria en la categoría reina, igual que lo ha hecho su ídolo Valentino Rossi: “Hizo cosas mal, pero también ha hecho muchas bien. Es de admirar que con 38 años siga estando en MotoGP, y como uno de los pilotos punteros”.
Para seguir el camino de su referente, Iker entrena todos los días hasta el último momento antes de partir de viaje hacia una carrera y, entre tantas competiciones, apenas le queda tiempo que dedicarle a su formación académica. “Estaba estudiando mecánica, pero la verdad es que lo dejé de lado cuando me fui a la gira asiática».
Supongo que más adelante retomaré los estudios pero, de momento, voy a clases de inglés ya que es totalmente necesario en el Mundial”, añade.
Pero bien sea entre libros o encima de una moto, su familia es su mayor apoyo en el día a día. Sin olvidar a su mánager y director de KSB, Kike Bañuls, quien le forma desde que tenía 8 años: “Ellos son quienes realmente pasan más tiempo conmigo sobre la moto, por mi y por mi sueño”.
Iker se levanta de la caída con más fuerzas que nunca, y con muchas ganas de continuar aprendiendo en el Mundial para algún día poder lograr el sueño que desde bien pequeño persigue.
Por muchas cosas que pasen, jamás hay que agachar la cabeza. Hay que seguir trabajando y no rendirse nunca”.
