La silla de ruedas era su destino, pero lo ha cambiado gracias a su vitalidad y al atletismo | Yo soy noticia
>

Banner-Hidraqua

María Jesús Navarro, conocida popularmente como Maje, es una ultramaratoniana valenciana a la que le diagnosticaron a los 20 años artritis reumatoide. Esta dolencia degenerativa impide a nuestra protagonista realizar acciones tan cotidianas de nuestro día a día como son peinarse o lavarse las manos. Pero también limita muchísimo el cuidado que puede ofrecer a sus dos hijos, el mayor de nueve años y el pequeño de nueve meses, a los que le no ha podido cambiar sus pañales, darles el biberón o abrir sus potitos.

A pesar del dolor acumulado a sus espaldas a sus 34 años de edad, Maje se autodefine como “la mujer más feliz del mundo”. Y aunque yo no sepa quién ostenta en realidad dicho título, lo que sí os puedo asegurar es que Maje es la felicidad personificada. Su amplia sonrisa ilumina su rostro y contagia de positividad a todo aquél que decide escuchar su testimonio.

“Tengo muchísima suerte porque mi vida cada día es una aventura, la exprimo todo lo que puedo, cada momento, cada persona. Para mí vivir es lo máximo y soy la mujer más feliz del mundo. Quien me escuche pensará que estoy como una cabra”, apunta.

Sin embargo, Maje no siempre fue luz. Durante ocho años estuvo apartada de un mundo que la apasiona y que ha convertido en suyo desde los cuatro años: el atletismo. La valenciana se sumergió en la oscuridad más absoluta después de que el médico que diagnosticó su artritris reumatoide le asegurase que acabaría postrada en una silla de ruedas.

15740725_10210177243702027_6732414396489024973_n

Diagnóstico enfermedad

Maje acababa de terminar de correr la Maratón de Valencia, en la que quedó primera Junior con un crono bastante bueno, cuando empezó a notar molestias. “Tenía las manos moradas, se me hinchaban, me quedaba engarrotada. Luego me pasó en la espalda, en los tobillos…”, relata. “No me encontraba bien, siempre tenía frío, caía enferma… y me di cuenta de que no era normal, que me pasaba algo”, añade.

Acompañada de su madre Maje acudió a su médico de cabecera, pero no supo decirle qué tenía por lo que la remitió a un traumatólogo. Sin embargo como en la Seguridad Social le daban cita para tres meses, periodo que no podía esperar debido a que los dolores eran insoportables, decidieron acudir a un traumatólogo de pago cuyas palabras hundieron en la miseria a Maje y casi quince años después prosiguen resonando en su cabeza.

“Me dijo que tenía artritis reumatoide, que no tenía cura y que en unos años me dejaría en una silla de ruedas. Me puse a llorar desconsoladamente porque era un jarro de agua fría. Al verme llorar me dijo que no lo hiciera, que era un mal de sufrir no de morirme y me recomendó que hiciera oposiciones porque necesitaría muchas bajas en mi vida”, recuerda.

13924973_10208869401846798_6382890588103525079_n

Shock enfermedad y depresión

Maje reconoce que no supo “gestionar bien la enfermedad” y que tuvo que volver a vivir a la casa de su madre ya que “dependía absolutamente de mi madre”. “Tenía incapacidad psicológica por culpa del médico, me sentía lo peor”, subraya.

“Con lo vivaracha que yo era y de repente pasar de desprender esa luz a estar apagada era demasiado. Además busqué en Internet y no sé si fue peor. Mi madre tenía que darme incluso de comer y tenía tanta vergüenza que le pedí que no lo contara a nadie”, señala.

Maje estuvo sumida en la oscuridad más absoluta durante ocho años, pero como dice el refrán “después de la tormenta siempre llega la calma” y así ocurrió con ella también. Un nuevo médico, amigo de su médico de cabecera, pasó a ser su traumatólogo y como tal le cambió de medicación pero sobre todo “me hizo resurgir”.

“El nuevo médico me dijo que disfrutara del momento, del presente, que el futuro ya vendría, que no pensara en la silla de ruedas. Lo más importante es que me hizo resurgir de la oscuridad en la que me había metido el otro médico”, incide.

11133763_10205445394888764_7011383307519774950_n

Vuelta al atletismo

Después de ocho años Maje volvió al ruedo y se reencontró con uno de los grandes amores de su vida: el atletismo, del que no ha vuelto a separarse y que se ha convertido en “mi terapia”.

“Correr es mi terapia porque alcanzo un estado mental en el que el dolor desaparece. Después de haber estado encamada sin haber podido valerme por mí misma, el poder andar y correr es lo más.”, resalta.

Uno de los grandes pilares de su vida, como la propia Maje reconoce, es su fisioterapeuta Javier. Sin él que Maje pueda volver a estar corriendo pruebas de largas distancias sería del todo imposible. “Estaba muy perdida, no tenía ninguna guía hasta que tropecé con él. Javier ha sido mi luz, mi ángel de la guarda que me ha enseñado el camino”, agrega.

“¿Quién puede permitirse ir ocho veces por semana al fisioterapeuta? Sólo yo porque no me lo pago y gracias a ello yo no estoy en una silla de ruedas”, comenta.

11046482_10205176778813530_7698787411260789485_n

Cambio de mentalidad

“La enfermedad me ha hecho madurar, conocer mi cuerpo, mis límites, aprender a convivir con ella y a no rendirme nunca. No sirve de nada estar amargado u odiar la enfermedad porque no se va a esfumar. Yo antes luchaba contra ella, ahora bailo con ella”, resalta.

El caso de Maje se ha convertido en mediático. Sus apariciones en periódicos, radios y televisiones se suceden desde hace tiempo, lo cual ayudan a “visibilizar” su enfermedad y a “marcar el camino” para otras personas que padezcan artritis reumaotide.

“Aunque quiera pasar desapercibida la gente me conoce. Me gusta ser una persona visible, un ejemplo para otras personas que puedan tener esta enfermedad y ayudarles en todo lo posible”, añade.

10471269_10204171240195693_7372452860505677888_n

Su experiencia en Chile fue muy reveladora a este respecto. Una Asociación la invitó a realizar diferentes conferencias en Chile donde poder contar su experiencia y que muchas personas pudieran sentirse identificadas.

“Me llevé mis pequeños inventos y les explicada par qué servían porque era consciente de que había mucha gente en mi misma situación. Por ejemplo se me ocurrió poner calcetines dentro de los guantes para evitar que las manos se cierren y se ha convertido en huella de Maje en Chile”, cuenta entre risas.

Enfermedad y maternidad

¿Es la artritis reumatoide una enfermedad hereditaria? Existe una gran controversia a la hora de responder a dicha pregunta. Aunque esté comprobado que existe una mayor predisposición a traspasar la enfermedad a tu descendencia, no fue nunca un handicap para Maje, quien siempre había deseado ser madre.

“Tuve un debate acerca de los cuidados que yo iba a poder ofrecer a mis hijos por mi enfermedad, pero no me preocupé en si podrían desarrollarla, ¿sabes por qué? Porque pensaba que tendrían el mejor ejemplo en casa y por eso no renuncié a ser madre”, apostilla.

9646_10201432075398285_373920671_n

En cualquier enfermedad contar con el apoyo de tus amigos, de tu familia y de tu pareja es fundamental. Pero en el caso de la artritis reumatoide donde existe un grado de dependencia tan elevado cobra mayor relevancia si cabe. Mientras que Maje cuenta con el apoyo incondicional de su actual pareja que es el padre de su segundo hijo, no corrió la misma suerte con el padre de su hijo mayor.

“La relación se acabó cuando me quedé embarazada, debe ser que no le gustaba gordita. Mi embarazo era de alto riesgo, tuvieron incluso que parármelo nueve veces. Me insultaba diciendo que era una vaga, una perra, una zorra… Me gritaba a todas horas hasta que un día lo invité a salir de casa porque los tengo muy bien puestos”, incide.

 

natachalopez

Raíces atletismo y clubes

Maje aprendió a correr antes que a escribir y leer gracias a su padre, precursor y artífice de su incursión en el atletismo. “Con cuatro años mi padre nos ponía a correr a mi hermano mayor y a mí. Siempre me decía que tenía un don”, cuenta.

Su primera carrera llegaría a los 6, 7 años en Millares y ocupará un lugar privilegiado en su memoria para los restos.

“Mi hermano y yo salimos despavoridos y me caí porque tenía los pies doblados por unos zapatos ortopédicos que llevaba que me corregían la pisada. Tenía tanta vergüenza que me levanté y eché a correr para que nadie me viese y adelanté a mi hermano y quedé primera de la general”, relata.

De los 14 años hasta los 20 estuvo en el club de atletismo Castellet, después pasaría a formar parte de Galápagos, luego SD Correcaminos hasta que finalmente Juan Carlos de la Osa se convirtió en su entrenador. “A los 16 años ganaba medias maratones, algo que no podía hacerse. Yo falsificaba el DNI para poder participar. Toni Gil lo sabe”, cuenta entre risas.

“Tuve un pequeño kit kat cuando mi pareja Juan falleció de cáncer a los 27 años. También era de Castellet y yo estaba acostumbrada a correr con él muchos años, era mi liebre, y me resultó imposible durante un tiempo volver a correr porque todo me recordaba a él”, explica.

 

190449_1731684666402_2410440_n

El sueño de Maje

Siendo una enamorada de las largas distancias, su sueño desde los doce años que lo vio en televisión no podía ser otro que realizar un Ironman. El año pasado Maje tuvo la oportunidad de realizar un Iberman que se trata de una prueba con la misma distancia pero que no contiene el nombre ‘Ironman’. Maje tiene la fuerte convicción de repetirlo algún día, pero en esa ocasión que sí sea de nombre ‘Ironman’, aunque reconoce que conforma un gasto económico importante.

“Hacer un Ironman cuesta mucho dinero y no tengo sponsors que me lo puedan pagar, sólo me dan la equipación. Pero entiendo que no me lo paguen porque no soy deportista de élite, ellos se dejan la vida entrenando y yo no y por tanto no lo merezco”, concluye.

Banner-Hidraqua

Aviso de cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede cambiar la configuración u obtener más información ‘aquí’.

Aceptar Cookies