Redacción YSN
Se acerca el verano y hay un tema de conversación que está en boca de todos: la puesta a punto para el veranito. Dietas milagrosas que consiguen resultados de escándalo promovidas por los famosos y las revistas de moda. Pero, bajemos a la realidad...
El sábado entre risas y tomando algo salió el tema del millón, la dieta que va a dejar a mis amigas “niqueladas” para lucir tipín. Ahora la última moda es la paleodieta, o mejor dicho, del paleolítico; sin cereales ni lácteos. La puedes combinar con el paleotrainig que es algo así como ir descalzo y trepar por los árboles.
Cuando me preguntan que qué hago yo para bajar peso les explico mi propia dieta. La ‘Made by Laura’ y que he denominado como la dieta del botijo. Os la voy a explicar. Para que me entendáis, soy una judoka de 52 kilos. Eso quiere decir que el día antes de la competición tengo un combate con la báscula ya que para mi dar 52.000 es un suplicio. Remarco lo de 000 porque no puedes pesar aproximadamente 52 kilos sino que tu peso tiene que estar por debajo de 52.000.
Mi peso habitual es de 55.500 aunque he de confesar que a veces me subo más de peso, pues adoro comer. Calculo una semana por kilo y la última semana bajo dos kilos. El cálculo es sencillo: ingerir pocas calorías y gastar muchas (voy vaciando poco a poco el botijo, es decir, mi cuerpo; meto menos de lo que sale).
Al principio es fácil, recorto la cantidad de alimentos y corro como si no hubiera un mañana para consumir más calorías de las que ingiero. Nunca dejo de comer lo que me apetece, eso si, me comería como cuatro veces más de lo que como. Nunca dejo de lado alguna guarrada como la Nutella o el chocolate, porque hay una parte muy importante para la dieta del botijo, estar motivada. Si no como nada que me merezca la pena, tampoco me merece la pena correr, así que el chocolate está en mi día a día.
La ultima semana de la dieta, la semana del pesaje es más dura. La cantidad que ingiero de alimentos se reduce drásticamente. Como he explicado antes, me dejo dos kilos para los últimos días. Entonces comienza el proceso de deshidratación. Momento en el que tu humor y simpatía se esfuma como por arte de magia.
Ahora es cuando los nutricionistas que estén leyendo esto se echarán las manos a la cabeza. Para deshidratar dos kilos utilizamos plásticos de sudación, prendas específicas que retienen el calor y no dejan que pase el aire. Además lo complementamos con una buena chaqueta con capucha cuando paramos de correr para acabar de sudar. Las bajadas de peso también las intercalamos con baños de agua caliente, a unos 40 grados. Parece mentira pero media horita en el agua caliente viendo una peli hace que te deshidrates unos cuantos cientos de gramillos.
El último kilo lo dejamos para momentos antes del pesaje así el cuerpo permanece el menor número de horas deshidratado. Estar por debajo de 52 kilos dura unos instantes ya que en cuanto nos pesan comienza el proceso de rehidratación para llegar al campeonato al día siguiente con 54.600 que es el máximo permitido, un cinco por ciento de nuestro peso.
Y acabo con anécdota. En el gimnasio donde entrenábamos había un grupo de chicas que se preparaban las oposiciones de policía. Ellas siempre veían como íbamos capa a capa vistiéndonos los días de deshidratación. Primera capa con mayas y camiseta de licra, los plásticos de sudación, guantes y calcetines y un chándal que cubra todo. Ni un rinconcito por donde pueda entrar el aire. Algunas valientes se compraban los plásticos para conseguir bajar más peso. Yo les explicaba que en cuanto bebieran agua iban a subir aquello que habían bajado. Por lo que consejo de la dieta del botijo, evitar la última fase, solo trae malestar y broncas con tu pareja. Por lo demás suerte a todos con las dietas y…¡Nos vemos en breve en la playita!
VÍDEO:
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