Un cambio de disciplina, una despedida y el reto de la medalla olímpica | Yo soy noticia


Cualquier deportista, así en términos generales, está obligado a tener una capacidad de adaptación fuera de lo común. Los cambios son una constante, especialmente en los que tienen en los Juegos Olímpicos su punta de lanza. Se deben a las necesidades de ese calendario que los cita con la historia cada cuatro años.

Es el caso del español Iñigo Peña, un deportista que afrontará en Tokio sus segundos Juegos después de conseguir un meritorio diploma en Río 2016. Ajeno a toda la polémica y al lío formado en cuanto a la elección de algunos deportistas para determinadas pruebas, él buscará un puesto en el podio junto a su compañero Paco Cubelos, con quien competirá en la modalidad de K-2 1.000 metros.

Sin embargo, hace ya casi cinco años en la ciudad brasileña, estuvo en el K-4 1.000 metros, un cambio de prueba que, según él mismo explica no les resta potencial. «Es verdad que a simple vista puede parecer que hay mucha diferencia entre ambas, pero no hay tanta», cuenta. «Lo más importante es que es la misma distancia, por lo tanto el entrenamiento es muy parecido».

«Sigue siendo un barco de equipo, nada que un deportista no pueda solucionar con muchos meses de entrenamiento y nosotros llevamos desde 2017 en ello»

Con aplomo y serenidad es capaz de reconocer que «el proceso de acoplamiento a la nueva embarcación» ya está hecho y ahora solamente queda afinar, «estar centrado» y «llegar al 100% a todas las competiciones», aunque siendo consciente que donde tendrán que dar el máximo será en esa prueba olímpica mencionada anteriormente.

El K2 1.000 metros, una prueba que se despide en Tokio

Pero nada más terminar Tokio tendrá que volver a resetear porque esta disciplina desaparece del calendario olímpico para París 2024, algo que obligar a remodelar los planes de los piragüistas como él. «Cuando recibimos la noticia nos inundó de pena y de tristeza porque el K2 1.000 lleva siendo olímpico desde que el piragüismo se incluyó en el Programa Olímpico», resume.

Pero un optimista empedernido como él ya ha dejado atrás esa fase y prefiere ver el vaso medio lleno. «Mira, ya que es la última vez que se va a disputar en unos Juegos esta prueba y esta modalidad tenemos que ir a darlo todo, a dejar el pabellón bien alto y a realizar una regata espectacular para que quede para siempre su recuerdo».

Esa es una historia todavía sin escribir y el presente demanda trabajo y esfuerzo cuando quedan pocos meses para esa gran cita del deporte mundial que debe ser Tokio 2021. «Este es un año raro por todo lo que está pasando, ya es una alegría que vayan saliendo algunas competiciones adelante», explica en cuanto a las citas de varias Copas del Mundo y al Campeonato de Europa, que tendrá lugar antes de que los aros olímpicos tomen el testigo.

«Eso nos va a servir para testearnos, conocer a nuestros rivales y ver cómo va nuestra preparación. Espero que nos ayuden a llegar al 100% a Tokio, que es el gran objetivo», insiste Peña al respecto de esto.

«En los dos últimos Campeonatos del Mundo, 2018 y 2019, hemos sido medalla de plata, así que el objetivo es volvernos a subir al podio y estar en las medallas»

Aunque la confianza es alta, nuestro protagonista lleva mucho tiempo sin competir, desde el mes de septiembre y las dudas siempre están ahí. «Cuando empezamos la pretemporada nos pilló la segunda ola de contagios y tuvimos miedo de que volvieran a ponernos restricciones para entrenar», explica al Comité Olímpico Español. «Por suerte, la cosa se ha ido tranquilizando, los números han ido mejorando y hemos podido trabajar muy bien. Estamos muy satisfechos con la carga que hemos aguantado. Esperemos que todo siga así hasta Tokio».

De su parte cuenta con la experiencia de haber estado en Río, que siempre es importante. «Fue increíble vivir todo el ambiente de la Villa Olímpica, encontrarme con deportistas que siempre había visto por televisión…», va resumiendo sobre aquellos lejanos días. «Ahora estoy deseoso de repetir esa gran experiencia en Tokio. Ya estoy contando los meses para que se vuelva a encender el pebetero y podamos competir, disfrutar y dar lo mejor de nosotros mismos».

Paco Cubelos, el compañero ideal

Y todo eso lo hará junto a un compañero de embarcación que es casi un compañero de vida para Iñigo Peña. Hablamos de Paco Cubelos, para el que se deshace en elogios. «La clave del éxito creo que son los años que llevamos entrenando juntos. Empezamos a competir en el mismo barco en 2017, pero desde 2010 somos compañeros de entrenamiento. Hemos estado en diferentes proyectos, yo más en K4 y él en K1, pero en el día a día tenemos el mismo entrenador y nos conocemos muchísimo».

«Paco -Cubelos- teníamos mucha complicidad desde el principio, muy buena compenetración, así que desde el primer momento el acoplamiento fue muy bueno»

Un gran equipo, experiencia e ilusión. Esos son los ingredientes con los que Iñigo Peña buscará poner la guinda al pastel, que en este caso es un currículum legendario en el que figuran dos subcampeonatos del mundo o un oro continental entre otros logros destacados. Lejos de mirar más allá, él recuerda sus inicios.

«Yo soy de Zumaya, un pueblo de Guipúzcoa, donde desemboca el rio Urola y donde tenemos muy buenas condiciones para realizar actividades acuáticas, así que el piragüismo siempre me llamó la atención porque desde mi terraza tenía vistas al río y veía a los niños montando en piragua y disfrutando en el agua», va contando. «Le dije a mi madre que quería apuntarme a esos campamentos de verano y en cuanto cumplí los ocho años me apunté, hice un gran grupo de amigos y me enganché al deporte».

Tiempo después, ya con 16 años decidió mudarse al CAR de Madrid, «di el salto al equipo nacional júnior y después al absoluto». Así es como terminó de fraguarse este impecable matrimonio entre Iñigo Peña y un deporte que se ha convertido en santo y seña para España.

Fotos: COE.

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