Y es que todo se complica cuando viajas hasta Lanzarote (no saben el qué, pero algo tienen las Islas Canarias contra las de Elda pues no es la primera vez que algo extradeportivo afecta a la expedición deportiva) para disputar un partido crucial en el objetivo del ascenso en este curso 22/23, y te toca hacer noche de forma imprevista cuando la idea era dormir en casa ese mismo domingo.
Pero el destino, y la bruma que impidió salir a su avión a última hora de la tarde, tenían otros planes.
Lo que iba a ser un domingo de regreso a Elda para afrontar el lunes las responsabilidades profesionales y académicas de cada una (aquí no se ganan millones ni se puede vivir exclusivamente del balonmano, así que toca currar y estudiar para compaginarlo), acabó convirtiéndose en horas de espera en el aeropuerto de Lanzarote.
Un tenso transcurrir de minutos hasta dar con sus huesos en las camas del hotel que al menos a ellas (no tuvieron tanta suerte otros equipos y viajeros allí también atrapados) les permitió poder descansar en condiciones, cuando ya se vio que hasta el lunes no se iba a poder regresar a la provincia de Alicante.
Una pasión difícil de explicar
La oriolana Andrea Roda vive su primera temporada en el club tras una dilatada trayectoria en diversos proyectos, jugando Liga Guerreras Iberdrola el curso pasado en Morvedre. Precisamente las de Sagunto son el gran rival de las de Elda esta temporada junto al Oviedo, con los tres concentrados en apenas dos puntos de distancia en las tres primeras posiciones de la tabla.
Ella siempre que puede saca una sonrisa al grupo que dirige Antonio Mateo, quien precisamente ha anunciado recientemente que no seguirá el próximo curso en este banquillo.
Es difícil de entender para los de fuera, pero yo tengo claro que hasta que el cuerpo aguante lo quiero seguir haciendo»
Ya tienen todos y todas un motivo más para seguir luchando denodadamente por el ascenso a la máxima categoría del balonmano femenino español, lugar que por historia le corresponde a una entidad renacida y en cuyo pasado figuran grandes momentos, tanto nacionales como internacionales, siendo parte protagonista en la época dorada del balonmano femenino español de clubes.
El domingo en el aeropuerto le tocó ser aún más si cabe la alegría de la huerta, armándose todas de paciencia mientras la incertidumbre sobre cuándo regresarían a casa iba siendo cada vez más intensa. Comenzaron a llegar las malas noticias y entonces a internacionales como Bea Escribano, mamá de una pequeña cuyo marido bombero tenía una guardia larga el mismo lunes, le tocó llamar a sus suegros para que se hicieran cargo a primera hora de su hija.
A otras compañeras les tocó avisar en el trabajo o la universidad y resignarse a perder exámenes o prácticas importantes en este curso académico, y aún así ellas tuvieron suerte pues como nos cuenta la risueña Andrea, muchas otras personas que también debían coger ese u otros aviones se tuvieron que quedar en el aeropuerto a descansar donde se pudiera.
“Al llegar el lunes a mediodía a casa comentaba todo lo vivido con una amiga de Orihuela y ella no entendía cómo aún sigo soportando todo esto, cuando yo además soy enfermera y sin compaginarlo con el balonmano podría tener una vida mucho más tranquila. Es difícil de entender para los de fuera, pero yo tengo claro que hasta que el cuerpo aguante lo quiero seguir haciendo”, se sincera la alicantina, que es uno de esos ejemplos de constancia y pasión por un deporte que le ha permitido vivir y jugar en diversas localidades del país.
Nunca está de más poner en valor lo que hacen jugadoras como las de Elda Prestigio o cualquier club de estas categorías, en el balonmano o en otros deportes también poco mediáticos donde aunque estés muy cerca de jugar con las mejores, el esfuerzo a realizar para compaginar actividad deportiva y laboral siempre es enorme. Todavía más exigente cuando encima te toca vivir fines de semana tan moviditos como el que acaban de experimentar las alicantinas.
Se quedan con los dos puntos sumados que les dejan a dos del liderato que ostenta Morvedre, que tiene además el ‘average’ particular ganado a falta de seis fechas para el final de liga regular. El campeón de grupo asciende directamente, jugando del segundo al cuarto clasificado más el mejor equipo de Plata una fase de ascenso que Andrea sueña con vivir en casa, en un pabellón Florentino Ibáñez de Elda que ya vibró al máximo hace pocas semanas con el gran derbi ante el líder.
“Conseguir un objetivo del ascenso con un grupo tan maravilloso como el que tenemos aquí significaría mucho más, te llevas unas amigas para toda la vida”. Entre ellas la compañera que cayó lesionada de la rodilla el pasado sábado, otra de las malas noticias de un finde que esperan recordar con una sonrisa cuando a final de curso estén celebrando algo más importante. “Si se despista Morvedre vamos a estar ahí para darles un susto”, advierte Andrea, que conoce muy bien a su ex equipo.
La emoción de jugar con un pabellón lleno
El 14 de mayo acaba la liga regular y a partir de ahí veremos dónde están las de Antonio Mateo. En el vestuario una Andrea Roda que a sus espaldas acumula casi 10 fases de ascensos, con más decepciones que alegrías pero aún así ella no le da la espalda a un formato y a una competición que asegura que es de lo más bonito que se puede vivir.
Y si ya se juega con tu gente animando desde la grada, con toda una localidad como Elda volcada, mejor que mejor. “Ojalá podamos organizarla en Elda si no llegamos a ascender directamente, se lo merece la afición que ha estado toda la temporada a tope con nosotras”.
Conseguir un objetivo del ascenso con un grupo tan maravilloso como el que tenemos aquí significaría mucho más, te llevas unas amigas para toda la vida”
La oriolana aún se emociona recordando lo del derbi contra Morvedre. “Ver el pabellón de Elda así fue un sueño, algo increíble. Por eso insisto en que ojalá la fase de ascenso se haga en el Florentino porque seguro que van a ir a apoyarnos. En Elda, y en otras localidades cercanas, históricamente hay mucha tradición de balonmano”.
Un deporte que se resiste a desaparecer del primer plano mediático, que siempre da alegrías con las selecciones absolutas y que ahora, en lo relativo al balonmano femenino de clubes, va ganando terreno en esa pelea por la igualdad donde cada pequeño paso adquiere gran trascendencia. “Si los resultados nos ayudan más gente se atreverá a apoyar este deporte, estamos remontando en los últimos años con la asociación de las jugadoras profesionalizando poco a poco”.
Ver el pabellón de Elda así fue un sueño, algo increíble»
“Ya hay un equipo de España que a va a cobrar 11 meses en vez de 10”, concluye Andrea. Inmersa, junto al resto de la expedición del Elda Prestigio, en una de esas situaciones que todavía ponen más a prueba la fe y el amor por el deporte de jugadoras y entidades que dignifican cada temporada la actividad que practican, mucho más cuando el viento sopla en contra.