Llevamos unas semanas en Yo Soy Noticia contando las proezas de la esgrima española y señalando que es seguramente el deporte español que más ha crecido en este ciclo olímpico que va desde Tokio y que tendrá su final cuando prenda el fuego olímpico en París. Es un hecho casi incuestionable en términos tanto de cantidad como de calidad.

Uno de los nombres propios en este crecimiento es, sin duda alguna, el de Araceli Navarro Laso (Madrid, 9 de agosto de 1989), quien recientemente logró una medalla mundialista que ha terminado de situarla entre las mejores del mundo. «Fue un día muy emocionante», es lo primero que nos dice cuando recuerda ese instante en que pudo celebrar la presea.

Un resultado histórico

«Y lo fue, sobre todo, porque mi compañera Lucía (Martín-Portugués) y yo, íbamos ganando asaltos, nos íbamos acercando cada vez más a las medallas y soñábamos con encontrarnos en la final. No pudo ser, pero fue genial compartir ese camino con una de mis compañeras», dice orgullosa de lo vivido.

Aunque tiene claro que es el trabajo el que está propiciando este crecimiento impresionante en el nivel de la esgrima nacional, también da otras claves que pueden estar teniendo un impacto decisivo.

«Una de las diferencias que ha marcado que podamos estar cosechando estos mejores resultados ha sido el trabajo de nuestro entrenador, José Luis Álvarez»

El elogio hacia él está basado, no solo en su propia opinión, sino en la realidad de lo que está sucediendo día tras día. «Nos está dando muchas claves que antes nos faltaban, además de haber creado un grupo de entrenamiento enfocado al éxito«, sigue contando Navarro, que también deja claro que la pasión y la ilusión con la que entrena diariamente es fundamental en este proceso.

«Esta clasificación olímpica la estoy viviendo de forma distinta porque nuestro objetivo, clasificar por equipos, lo tenemos muy cerca y asequible», dice al respecto de este reto que se marcó la delegación tras los Juegos de Tokio. «Me siento muy tranquila y estoy disfrutándolo mucho porque, pase lo que pase, están mis compañeras y mi entrenador ahí, conmigo, siendo capaces de anteponernos a cualquier cosa».

La importancia del entorno y la familia

Tiene claro que el entorno, el club, la familia… son parte fundamental de su éxito, especialmente cuando ha tenido que pasar por momentos no tan buenos como el que atraviesa ahora. «Mi carrera deportiva ha pasado por muchas etapas. Sobre todo he pasado por momentos más difíciles en los que no hemos tenido ni ayuda, ni medios y sin todos ellos me habría sentido sola y destinada a dejarlo en muchas ocasiones», recuerda.

«Todo eso me ha hecho ser cada vez más fuerte y, año tras año, voy aprendiendo y mejorando cosas, a nivel técnico, táctico y, sobre todo, a nivel mental»

Ahora, en un gran momento deportivo, reconoce que si «echa la vista atrás» ve que «siempre» ha ido hacia arriba. «Aún cuando parecía que las cosas no funcionaban, esos momentos los supe coger con paciencia y con la emoción de saber que seguía evolucionando. Así que estoy muy orgullosa de todo el camino que estoy viviendo».

Pero sí, no atisba ninguna duda a la hora de afirmar con cierta contundencia que está «en el mejor momento» de su carrera. «A nivel personal me encuentro muy bien físicamente y muy equilibrada en el aspecto mental y espiritual. Y todo esto, acompañado de nuestro grupo de trabajo y las oportunidades que tenemos ahora que nunca hemos tenido, hacen que este sea un gran momento para aprovechar, seguir adelante y darlo todo».

Vuelve a incidir en la importancia de esos entrenamientos, de los que habla maravillas. «Entrenamos duro, pero lo hacemos, sobre todo, con sentido y con un objetivo claro, el de ser los mejores».

«Todo lo que hacemos está estudiado y pensado para eso. Estamos aprendiendo la esgrima de una forma diferente y se está creando un equipo, un grupo, que está preparado para triunfar»

Lo que es evidente es que el número de tiradores españoles que está ahora en la élite internacional es más alto que nunca. «Es un poco como un círculo. Gracias a estos entrenamientos llegan los resultados y con ello hemos ido consiguiendo que cada vez lleguen más ayudas y más medios para poder seguir creciendo», describe sobre la actual realidad que está viviendo.

«Nos contagiamos unos a otros»

La retroalimentación está siendo decisiva en este proceso, según cuenta ella misma. «Nos vemos unos a otros, te das cuenta que es real y que es posible. Es un poco lo que nos está pasando, que nos vamos contagiando unos a otros. Por eso, la victoria de cualquiera de nosotros es importante para todos. Ahora había que pensar y organizar un buen plan para seguir en esta subida que estamos teniendo para que no acabe y que los jóvenes que vienen por detrás pisen aún más fuerte».

Sigue explicando la importancia del entorno y la familia para la convivencia en la élite, especialmente cuando, como en su casa, tienes un hijo. «Todo se multiplica», dice al respecto. «Son noches sin dormir, ir corriendo a muchos sitios, preocupaciones, viajes, días sin verlo…Todo esto hace que el papel de la familia y de los amigos sea clave y es ahí donde yo tengo mucha suerte», cuenta.

«Mi mujer, Sandra, es una parte fundamental de todo esto porque siempre está apoyándome y haciendo todo lo posible para que yo pueda hacer mi trabajo. Sin ella seguro que no sería posible. Estoy bendecida. Luego está mi madre, que siempre está dispuesta a ayudarnos y encantada de pasar tiempo con Kenzo y animándome cada día para que mi camino sea más fácil», dice orgullosa de las personas que tiene al lado en su vida.

«Cuando llega un buen resultado como en el pasado Mundial (bronce en El Cairo) compensa por todos ellos, porque también se alegran y saben que es tanto mío como suyo. Estoy muy agradecida de tenerles a mi lado».

Haber llegado hasta aquí no ha sido un camino sencillo, algo que sabe ella mejor que nadie, sin embargo, no duda en reconocer que su encuentro con la esgrima fue una «casualidad«. Y bendita casualidad.

«Yo estaba haciendo patinaje sobre hielo, en Leganés, y un día había una exhibición de esgrima. Fue mi madre la que me animó a probar y me gustó tanto que el entrenador me dijo que si quería volver al día siguiente».

«Dejé el patinaje para ir a esgrima. Y hago sable porque es lo que me pusieron en la mano ese día y quizá por eso me gusta tanto»