Mireya Arnedillo, un volcán en erupción | Yo soy noticia


Es la paciencia una de las mayores virtudes de un volcán y es la característica que los hace realmente peligrosos. Puedes estar debajo de ellos, encima o incluso dentro, puedes sentirte a salvo, pero tu adrenalina se dispara por la posibilidad de que en cualquier momento pueda entrar en erupción. Y es en ese momento cuando empieza la fiesta.

Ocurre que unos volcanes entran en erupción pronto, otros tarde y algunos nunca. Como la vida misma. Esta metáfora es aplicable a muchos aspectos de la vida cotidiana y el ejemplo viene perfecto a la hora de hablar Mireya Arnedillo (Zaragoza, 28 de marzo de 2003), cuya figura atlética ya ha entrado en erupción y promete un gran espectáculo por delante durante los próximos años.

Una estrella en ciernes

A poco que sigan el atletismo ya habrán oído hablar de ella como uno de los mayores futuros del mediofondo nacional. Su nombre ya ha retumbado gracias a su medalla continental sub-20 o al estratosférico récord de España de 1.500 en la categoría sub-20 que batió el año pasado en Huelva, un registro que databa de casi 50 años de longevidad y que mereció incluso el reconocimiento de Carmen Valero la anterior poseedora de dicha plusmarca.

«Cada campeonato tiene algo especial, cada campeonato deja un recuerdo imborrable, pero es cierto que esos dos momentos son los dos más importantes de mi carrera hasta ahora»

Arnedillo atiende a Yo Soy Noticia apenas unas horas después de haberse colgado la medalla de oro en el Campeonato de Europa de Campo a Través por clubes celebrado en Oropesa del Mar el pasado domingo y organizado por el Playas de Castellón, club en el que ella milita. «Creo que fue un espectáculo estupendo a todos los niveles. A nivel organizativo también, aunque en mi caso lo único que tenía que hacer era lo más sencillo de todo: correr», dice la joven atleta con una contagiosa sonrisa.

Formando cuarteto estelar con Abde El Khayami, Víctor Ruiz y Winnie Nanyondo, el equipo del Playas revalidó el oro ya logrado hace un año. «El objetivo era ese, éramos ambiciosos y se pudo conseguir», explica sobre la carrera. «Al ser favoritos todo el mundo te mira y te quiere ganar, había equipos nuevos y hay que demostrarlo corriendo, pero todo salió muy bien y pudimos repetir la hazaña».

Reconoce que correr en equipo es una experiencia «poco habitual» en el atletismo en general y para ella en particular, puesto que las pocas carreras por relevos que se ven en este deporte se suelen dar en la velocidad. «Es algo diferente, pero a mí me gusta. Hay otras estrategias, vas controlando a otros equipos, tienes que estar pendiente de muchas cosas, tienes la responsabilidad de saber que no corres solo para ti solo. Es muy bonito compartir la alegría con el resto de los compañeros», cuenta feliz.

Y eso que para ella no era una carrera sencilla, pues iba a ser la primera después de una larga lesión que la ha dejado sin disfrutar la temporada invernal de cross, «importante» para ella. «Por desgracia, esta ha sido mi primera y mi única competición de campo a través», cuenta. «Voy a sentir cierta morriña de ese Campeonato del Mundo de Australia dentro de dos semanas, pero esta vez las cosas han ocurrido así».

«Lo más importante para mí fue que recuperé muy buenas sensaciones, me sentí muy a gusto corriendo en Oropesa y recuperé esa versión de la atleta que fui hace unos meses»

El aire libre, el gran objetivo de 2023

Pero la lava no deja de salir del volcán y sus piernas necesitan entrenamiento, porque la ilusión y la pasión ya la pone ella. «Ahora toca pensar en el aire libre y trabajar de cara al aire libre, que es la parte de la temporada donde están los campeonatos más importantes», argumenta sobre lo que viene por delante a partir de ya mismo.

«No me da tiempo a llegar a la pista cubierta», dice sobre sus planes a corto y medio plazo. «Pero espero poder seguir creciendo y poder dar otro paso adelante este año», en el que se marca como grandes objetivos el Campeonato de Europa sub-23, que será la primera internacionalidad para ella en dicha categoría y también el Nacional absoluto, que llegará apenas unos días después de ese cita sub-23.

«No me cierro la puerta a una posible primera internacionalidad absoluta, pero soy consciente de que ese es un desafío muy, muy complicado», argumenta cuando vislumbra el calendario completo de un verano que, en cuanto al atletismo, tendrá su gran cita internacional en el Campeonato del Mundo de Budapest. «No renuncio a nada de entrada».

Al igual que en los últimos años se focalizará en los 1.500, «su distancia», pero espera poder correr también alguna prueba de 800 metros. «Viene muy bien como preparación del 1.500, te ayuda en muchas cosas», reconoce una deportista que combina sus entrenamientos en la élite, sus competiciones en algunos de los mejores eventos del mundo con sus estudios de psicología, sabedora de la importancia que tiene también el forjarse un futuro fuera de la pista de atletismo.

«El 1.500 es la prueba donde más cómoda me siento; no es ni muy larga ni muy explosiva y se puede disfrutar mucho. Es mi distancia»

A la hora de abordar el salto definitivo a la distancia, tiene en quién fijarse porque es una prueba que, en España, tiene dos grandes nombres en la última década, dos atletas que llevan ‘pegándose’, retándose y haciéndose mejor la una a la otra durante los tiempos. Se trata de Esther Guerrero y Marta Pérez, a las que considera «un espejo» en el que mirarse y «dos atletas referentes» a las que lleva «mucho tiempo siguiendo y disfrutando»

«Tengo muchas ganas de meterme ahí en carrera con ellas, de competir junto a atletas con las que he crecido y sentir que son de carne y hueso como tú y como yo», cuenta emocionada sobre las posibilidades de estar codo a coco y de tú a tú junto a dos instituciones del atletismo español.

El sueño olímpico

Y aunque mantiene siempre los pies en el suelo e insiste en el mensaje de ir poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se le iluminan los ojos ante la proximidad de esos Juegos de París que tendrán lugar en apenas año y medio.

«Hay marcarse objetivos  y ser atleta olímpica es el sueño de cualquier deportista y también el mío. No hay que precipitarse, pero sí que es verdad que es una ilusión muy grande»

A su edad, con apenas 19 años, tiene claro que no va a obsesionarse con París porque tiene tiempo por delante. «Si no es en París, que sea más adelante, pero estaría muy bien llegar a esos Juegos que, además, son aquí muy cerquita de casa», dice como reflexión final, feliz, ambiciosa y en plena erupción. El camino es imparable y el límite, el cielo. Agárrense, que vienen curvas.

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