Sergi López Revert
El héroe del CD Buñol, reparte su tiempo entre el fútbol y el trabajo en el campo como jornalero. Sin quererlo, se ha convertido en el héroe de su club, que espera ya a un equipo de La Liga en el Beltrán Báguena.
Sin quererlo, Albert Valero se ha convertido en el hombre del momento para el fútbol valenciano. Cumplidos los 24 años, lleva desde los 6 pegado a un balón y acaba de vivir ahora el momento más importante de su vida.
Anotar los dos goles más importantes de la historia del CD Buñol, supone una mezcla de emociones «y hay que vivirlas para poder entenderlas. Hay mucha gente detrás de todo esto y es un poco injusto personalizar en mi el mérito del equipo y de la gente que trabaja desinteresadamente por nosotros, esos dos goles son más suyos que míos», nos cuenta un emocionado Albert en una de las paradas que realiza el autobús en el que viaja el equipo de regreso al pueblo.
Entrenador, directivos, jugadores, cuerpo técnico y personal como utilleros o fisios, tienen que compaginar su trabajo diario con la vida de un club que depende en gran medida, de su esfuerzo altruista para salir adelante. Sin ir más lejos, hasta los propios jugadores piden días libres, de vacaciones o sin sueldo para poder disputar algunos de los partidos que tienen entre semana, por lo que saber que todo ello servirá para jugar contra un equipo de La Liga, les ofrece la merecida recompensa a tanto esfuerzo.
Los jugadores son conscientes de que sin ellos «no podríamos disfrutar de nuestra pasión. Se dejan la piel en conseguir patrocinios y en hacer que venga gente a vernos, lo viven casi más que nosotros, y ellos son los verdaderos triunfadores del equipo», sentencia el delantero.
Albert Valero: «Hay que poner en valor el caso de Joao que con tanto partido entre semana ha perdido el trabajo».
Sin ir más lejos, el bigoleador es jornalero y trabaja en el campo recogiendo naranja, en la vendimia o la poda, y compagina «con mucho esfuerzo las dos cosas. He tenido que pedir días de permiso en el trabajo para poder viajar a Gran Canaria, pero sin duda, hay que poner en valor el caso de Joao, que con tanto partido, al final ha terminado por perder el trabajo», comenta el futbolista del CD Buñol.
Sin duda, esta es la realidad más dura de el fútbol más modesto. En el equipo hay de todo, desde estudiantes a mecánicos, repartidores gente que trabaja en el sector industrial o jornaleros, como el caso de Albert, pero entre todos ellos hay un sueño en común: ascender con el CD Buñol a Tercera División.
Albert Valero: «Es un sueño que nos hemos ganado el derecho de vivirlo juntos, como una familia».
El objetivo indiscutible «es el ascenso a Tercera, estamos en una dinámica muy buena y hay que provecharlo, además en copa sabemos que el camino va a ser corto», cuenta entre risas un Albert todavía emocionado, que además dice no tener «miedo a jugar contra un primera. Es un sueño que nos hemos ganado el derecho de vivirlo juntos, como una familia. Pasamos muchas horas juntos, y este grupo se ha ganado a pulso el derecho de vivir ese partido con mucha ilusión, pero sin miedo, lo normal es perder, pero vamos a dar hasta la última gota de sudor en ese partido».
La inexistencia de público abre una brecha económica en el fútbol modesto
Albert Valero: «Sabemos que Salva Gomar está peleando para que puedan volver a entrar en el campo».
Además ellos no han sido ajenos a la irrupción de la pandemia, que les afecta más si cabe con las nuevas restricciones sanitarias, que impiden el acceso de gente a las gradas, un público que en un pueblo como Buñol «tiene como tradición seguir los partidos del equipo desde el campo, vienen más de mil personas cada vez que jugamos y ahora no pueden hacerlo. Tenerlos ahí nos da un plus de energía cuando los partidos no salen como queremos, pero sabemos que Salva Gomar está peleando para que puedan volver a entrar», relata el jugador.
Pero el problema real no es el del calor de los aficionados en las gradas, si no el económico que se deriva de la pérdida de ingresos por la no asistencia de público a los campos. Para el fútbol modesto «los ingresos que tenemos en cada partido con entradas, abonos, hasta con el bar, son el oxígeno que necesitamos para poder seguir calzándonos las botas», relata Valero, consciente de que necesitarán a su gente en los campos más pronto que tarde.
