Adrián Rubio
Miguel Ángel Ayza Gámez, colegiado de la Comunitat Valenciana, tuvo una dilatada carrera de 24 años siendo parte de la élite del fútbol español durante mucho tiempo. En su trayectoria solo recuerda un problema grave vinculado a su labor arbitral en el balompié, y estuvo relacionada con sus inicios.
El valenciano ha sido una de las voces que se han escuchado en el II Congreso de Fútbol Base, amparado en el lema de ‘Stop Violencia’, y su aportación ha servido para concienciar durante la jornada sobre la oscura e ingrata labor que asumen los de su gremio, siempre vistos como el enemigo antes incluso de que comience a rodar el balón.
“Solo tuve una agresión física durante mi carrera, y fue durante un partido de Juveniles en la Comunitat Valenciana. El padre de un jugador no estuvo de acuerdo con una decisión mía, y optó por un puñetazo en el mentón como remedio”.
“Ha sido la única agresión que he sufrido en 24 años de carrera profesional”, añade Ayza Gámez, que incide en la seguridad que existe en los campos de la élite futbolística pero denunciando, a su vez, la indefensión a la que están sometidos los colegiados cuando se trata de las categorías modestas.
El árbitro está desprotegido en categorías de formación, en los pueblos de la Comunitat Valenciana va solo y sin protección alguna”, remarcó.
Una ‘lanza’ a favor de su profesión
El sentir de este colectivo fue reflejado durante toda la jornada en la Universitat Politècnica de València, junto a la visión de los chavales, padres, entrenadores, directivos y responsables federativos, en uno de los impulsos más decididos que ha afrontado la Federación de Fútbol de la Comunitat Valenciana para acabar con la lacra de la violencia en sus campos.
Ayza Gámez, con toda su enorme experiencia a cuestas, humanizó más si cabe a unos árbitros que sufren acoso constante cuando se encuentran en edades formativas. Personas con las que pocos empatizan, y que fallan y aciertan como el resto de los mortales.
“Que nadie olvide que el arte de arbitrar es tomar decisiones en medio segundo, hay cuestiones que se deciden por milímetros y a eso se añade la presión a la que se somete a los chavales nada más entrar al campo”, recordó.
Buscando la fibra emocional en los asistentes a las ponencias, realizó una comparativa que debe servir para abrir los ojos de aquellos que siguen valorando negativamente cada paso que dan los árbitros en los partidos de fútbol base.
¿Como creéis que se sentirían vuestros hijos, si cada vez que tocan el balón tuvieran a 80 energúmenos chillándoles y discutiéndoles cada decisión que toman?”.
El futuro del fútbol base
Bajo su punto de vista, el mundo del fútbol en general y el base en particular debería ser más estricto a la hora de analizar y escoger a sus agentes para funcionar día a día.
Para seleccionar entrenadores, delegados, padres y hasta jugadores habría que afinar más la criba en los clubes”.
Y entonces, si en vez de tener 70 jugadoras el resultado es que solo se pueden tener 20, pues se acepta. “Como también se expulsa al hijo, lamentándolo mucho, si un padre reincide en sus conductas nocivas”.
“Un presidente no puede permitir que un entrenador vocifere a jugadores, árbitro o padres, y llegará un momento en el que las Escuelas tendrán que elegir entre educar/formar o ganar”, concluyó el colegiado, aportando la visión del ‘trencilla’ en este multitudinario II Congreso de Fútbol Base organizado por la FFCV.
La Comunitat Valenciana y su fútbol base, el mejor trampolín hacia la élite
