Adrián Rubio
Hoy en día ya no es tan inusual encontrarse con entrenadores españoles lejos de nuestras fronteras, aprendiendo pero también enseñando fútbol en distintos países del globo. Uno de los que comenzó la aventura hace menos de un año es el valenciano Dani Olcina
Formado en la cantera del Valencia CF, llegó a debutar con el primer equipo en Mestalla y ha sido un clásico de categorías como Segunda B y Tercera en nuestro país. Ya tuvo otros paréntesis en el extranjero cuando jugó al máximo nivel en un club histórico de Nicaragua o en Bielorrusia, pero lo de ahora en China ha supuesto un reto aún mayor para él. Ha combinado la faceta de jugador con la de formador, una experiencia que nos cuenta al detalle.
Pensar más y disfrutar con el balón
Olcina llegó a finales del pasado año 2018 a China, concretamente a la Academia Sprout Football Club de la ciudad de Zunyi, con la experiencia de futbolista en su currículum, pero también con todos los niveles de entrenador adquiridos durante un período en España en el que ya pensaba más allá de los entrenamientos y partidos.
Y lo primero que notó en el contacto con los niños chinos fue lo robotizado que tenían el método de aprendizaje. “Les das diferentes opciones y se les complica mucho, ellos solo ven un camino”, relata. Su labor, primero con colegios de niños de 6-7 años y los últimos meses con la selección sub 15 de la ciudad, ha consistido en cambiarles las rutinas y la forma de ver el fútbol.
“Hemos intentando inculcarles que piensen más, traer un poquito de metodología española para tener todos los ejercicios con balón. Aquí en China se trabaja mucho la técnica individual, por eso hemos traído tareas colectivas, rondos, posesiones y sobre todo más libertad para los niños pequeñitos”.
Hemos pretendido que sean niños y disfruten, que no sea aquello de limitar los toques o estar todo el rato pisando el balón. El niño debe disfrutar y marcharse a casa con una sonrisa, sobre todo en edades tan tempranas», añade.
Tras la selección sub 15, formada por jugadores escogidos entre los 3 millones de habitantes con los que cuenta la ciudad de Zunyi y con los que rozó la final de un prestigioso torneo nacional, actualmente Dani Olcina se desenvuelve con chavales sub 18. Un grupo que permite ampliar el abanico de posibilidades a la hora de entrenarlos.
Tener entrenadores españoles a los chinos les hace la vida más fácil”, apunta Dani, que les prepara para varios torneos.
Las botas no se han colgado
Su ilusión por el viaje a China radicaba en la opción de poder ayudar al crecimiento futbolístico de las generaciones jóvenes del gigante asiático, pero también por encontrar un proyecto donde poder seguir haciendo lo que más le gusta: jugar al fútbol.
En este año 2019 Dani ha estado participando en torneos de entrenadores y en competiciones solidarias donde la recaudación va destinada a asociaciones de jugadores sin recursos, en las que ha seguido demostrando un estado de forma y cualidades que en breve pueden abrirle la puerta de un atractivo proyecto en la segunda categoría del fútbol chino. No es la Superliga de los millonarios fichajes y contratos, pero se acerca.
“Me gustaría pasar a un peldaño más profesional, aunque aquí en China es muy complicado. Soy de las personas que no quieren estancarse en un sitio, me gustaría seguir mejorando y viendo mundo si al final no sale lo de la segunda división”, reconoce a Yosoynoticia.es.
Mientras eso ocurre aún tiene contrato en vigor con la Academia Sprout Football Club de Zunyi, siendo un espejo en el que pueden mirarse los jóvenes jugadores chinos que cada día aprenden de un futbolista que ha conocido el máximo nivel en un país como España, y en un club del prestigio del Valencia CF.
Lo que he intentado este año es que mis jugadores y jugadoras, sean de la edad que sean, se sientan libres y disfruten sobre el campo, que rían, que se hablen y que piensen sobre todo en lo que están realizando”, afirma.
“Hacer creer a los niños pequeños que el fútbol es divertirse y tener variedad de juegos y ejercicios, y a los más mayores a pensar en el juego, a pensar en porqué se hacen los ejercicios y a saber leer los partidos”, añade sobre su labor en los institutos y colegios que le ha asignado la academia, que no tiene sede propia para ir a entrenar todos juntos.
La disciplina es lo que más se agradece
Un hombre de mundo como se define a sí mismo Dani Olcina aprecia sobremanera, en comparación con la labor de fútbol base en España que ya conoció durante su última etapa en el Torre Levante, la disciplina y predisposición constante que poseen los jóvenes jugadores chinos.
Se nota a la hora de prestar atención al entrenador, cuando intentan hacer los ejercicios y en mejorar con un balón en los pies. “Es algo que van innato en ellos y que quizá podríamos mirar con admiración desde España, aunque nosotros también podemos tener cosas así”.
Un exceso de disciplina que a veces acaba en gestos o rutinas demasiado robotizadas, que es algo contra lo que ha luchado nuestro protagonista. Su objetivo, el ayudar al crecimiento futbolístico de un país donde este deporte ya es religión. “Los niños van al cole con sus balones, y solo esperan el momento para jugar a fútbol”.
“Por las calles ves niños jugando al fútbol y todos quieren acabar el cole e ir a entrenar cuanto antes. Los padres les acompañan y respetan su afición, y por eso el fútbol está creciendo a un muy alto nivel en China con niños que ya desde los 3-4 años practican este deporte. Y a las niñas también les dan un papel muy importante aquí, y esto es de agradecer”, añade.
Vivencias asiáticas que Dani Olcina puede contar tras casi un año en el país, ‘peleándose’ con la comida picante y el clima, además de las costumbres y maneras de una cultura tan diferente a la nuestra.
Pero son experiencias que enriquecen su mochila vital y deportiva, aportando su granito de arena en la formación de las generaciones que en el futuro quieren liderar el despertar balompédico del gigante chino, mientras él no deja de buscar esa nueva oportunidad que le permita seguir brillando sobre el césped.
