El partido de fútbol más esperado para Pablo Sanjurjo | Yo soy noticia

El fútbol en categorías inferiores es como una parte de la familia para los integrantes de una cantera. Se trabajan valores de unión, de compañerismo, se forjan lazos de amistad e incluso actúa muchas veces de refugio, de paracaídas o de oasis en algunos casos en los que los niños sufren situaciones de vulnerabilidad a las que no deberían acostumbrarse a esas edades.

Pablo Sanjurjo es un niño de 13 años que juega como extremo en el Club Deportivo Atlético Nazaret, en el sur de la ciudad de València. Lleva en el club desde los 4 años, ha pasado por todas las categorías y ha crecido como jugador y como persona pasando la mayoría de sus tardes como más le gusta, rodeado de un balón y entre amigos, en el Polideportivo Municipal de Nazaret.

Pablo creció con una familia desestructurada, como tantas otras. Vivía con su madre y con la llegada del coronavirus y del confinamiento, las tardes en casa se le hacían largas a un joven acostumbrado a divertirse con un balón en los pies o por las calles de un barrio unido y humilde como es el de Nazaret. En el segundo encierro domiciliario, el pasado mes de enero, el joven sufrió una situación de malos tratos por parte materna y cuando dejaron volver a salir, a mitad de febrero, se refugió en el fútbol y pasaba sus tardes entrenando con los compañeros para no volver pronto a casa.

Poco después de vivir otro episodio de violencia doméstica, Pablo denunció y fue llevado a un centro de menores mientras su padre reclama su custodia. El club se cercioró de la situación, y pidió un permiso al centro para que su padre le llevara al partido homenaje que le iban a preparar.

El héroe de “su” partido

El pasado domingo, Pablo volvió a jugar después de casi tres meses sin poder salir de un centro en el que está por sufrir malos tratos. El club de toda su vida, el CD Atlético Nazaret, le rindió un homenaje sorpresa para animar a un joven que ha vivido mucho para su corta edad.

Cuando llegó al estadio en Manises junto a su padre no esperaba ver un partido de su equipo, sino de su liga, la Liga Infantil de València. Al entrar, le estaban esperando. La directiva le entregó una equipación, sus compañeros le dieron el brazalete de capitán y le anunciaron que iba a jugar el partido contra el Juventut Manisense con su equipo de toda la vida. El niño no lo podía creer.

El club, el barrio de Nazaret, sus compañeros y hasta el equipo rival habían colaborado para darle esa muestra de apoyo. Le hicieron un pasillo todos los integrantes de ambos conjuntos y pudo realizar el saque de honor antes de comenzar a hacer lo que más le gusta, jugar a fútbol.

El día fue redondo, Pablo contribuyó a la victoria de su equipo cerrando el partido con un golazo que situaba el 5-1 en el marcador. Todo el público que pudo presenciar el partido se levantó a aplaudir a un joven que fue de nuevo feliz gracias al fútbol, al club y a su vecindario. Seguro que el fútbol y el barrio de Nazaret continuarán dándole a Pablo muchas más alegrías.

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