La crónica de una vuelta a Europa: «Empezó como un reto, pero acabó siendo un viaje» | Yo soy noticia

Juanma Mérida llevaba mucho tiempo detrás de una aventura. Dar la vuelta a Europa en su bicicleta en 100 días. Y eso es lo que le ha mantenido ocupado hasta hace unos días, cuando volvió a su pueblo, a Villena, después de un recorrido de 13.000km.

«Fue un momento muy emocionante. Esperaba a mi familia y amigos, pero no tanta gente. Fue muy emotivo. Con el confeti, las pancartas… y ese ansiado abrazo con mi madre», nos detalla el aventurero alicantino del momento de su regreso a casa. «Yo soy feliz viajando, pero sé que hay gente que se preocupa por mi. Siempre que vuelvo a casa es una alegría», apunta.

Ha sido un centenar de noches fuera de casa, muchas de ellas a la intemperie, y ahora toca volver a la rutina. «Es un bajón», llega a reconocer, pues se había adaptado a esa forma de viajar, hasta tal punto que era «como una forma de vida».

Todo salió perfecto

«Un éxito rotundo», declara Juanma Mérida respecto a su aventura. El reto era mayúsculo, pero todo salió como tenía que salir. Incluso superando las expectativas: «Nosotros nos ponemos límites, pero cuando estás en una situación complicada, el cuerpo responde. Los límites que me puse eran mentales, no han existido en el viaje. Yo no soy ciclista, y no sabía que era capaz de hacer algo así».

En lo físico, no hubo ningún problema. Bien es cierto que, como es evidente, el cansancio hacía acto de presencia, pero siempre pudo recuperarse. «Las primeras semanas me acostaba cansado, pero era porque no estaba acostumbrado. Cuando me levantaba ya estaba bien», destaca sobre cómo llevó el apartado físico.

Confiesa que hubo un momento de crisis. Fue en Polonia, en un tramo mucho más monótono a lo que había recorrido días atrás. «Estaba casi a mitad viaje. No sabía lo que era, pero no estaba a gusto. Creo que fue de la adrenalina de las anteriores semanas. Había vivido tantas aventuras, que las carreteras rectas, el paisaje, el frío… se me hizo pesado», explica.

Afortunadamente fue una pequeña crisis mental de unos días, porque no tardó en volver a coger el ánimo que le había hecho pedalear casi 50 días. «Nunca pensé en retirarme», aclara.

El clima tampoco fue impedimento. Se las apañó para avanzar con el calor del sur del continente como ya contó en una entrevista con YoSoyNoticia.es en el primer tamo del viaje. Y por el norte, pudo resistir a una temperatura completamente diferente: «Hacía bastante frío. Hubo días que tenía que llevar todo puesto. Por las noches tuve suerte que había una red de cabañas públicas a las que se puede ir, e incluso hacer fuego. Me hacía una hoguerita por la noche, y me levantaba cada 2-3 horas para avivar la llama y poder dormir calentito».

El dónde dormir precisamente era uno de los principales retos. No tenía nada previsto, y debía improvisar sobre la marcha. Sin embargo, no suponía ningún problema para él. «Es lo que me gustaba. La incertidumbre. Dónde dormir, dónde recargar agua, buscar supermercados…», reconoce.

«Lo mejor de todo era cuando se hacía de noche y tenía que buscar un lugar para dormir. A veces miraba por internet fotos aéreas para ver dónde podía ser buen sitio. Creo que tengo buena intuición, y muchas veces encontraba buenos lugares», explica respecto a la aventura de buscar una ubicación adecuada para descansar, como por ejemplo una caravana abandonada.

«Pensé en la suerte que estaba teniendo»

«Ese día fue espectacular. Una mega caravana que desde fuera se veía que estaba abandonada. Toqué varias veces para confirmarlo, y cuando entré estaba muy sucia. La limpié un poco y me quedé descansando», recuerda que aquel momento. Coincidía que se esperaban lluvias intensas esa tarde, y pudo refugiarse en ella. «Miraba por la ventana como llovía, y pensé en la suerte que estaba teniendo», añade.

Pese a viajar en solitario, nunca le afectó la soledad. Quizás porque nunca acabó de estar completamente solo. «Todos los días hablaba con alguien. La gente te preguntaba de dónde venía», detalla al respecto. Cuando sí que podía echar en falta la compañía era «en los momentos bonitos porque no hay nadie con quien compartirlo», aunque para ello tenía la redes sociales donde iba narrando toda esta experiencia.

Por Instagram recibía apoyo a miles de kilómetros, y mensajes como la invitación a cambiar un poco la ruta para conocer lugares fantásticos. «Me escribió una familia de Oslo diciéndome que tenía que ir a Noruega. Fue increíble, porque fue mi ciudad favorita. Después de hacer turismo, salí con un grupo de ciclistas», relata, mereciendo la pena desviarse del recorrido pensado.

Otro punto que salió genial fue el gasto económico durante la aventura. Juanma Mérida se fijó un presupuesto de 1.000€, y pudo cumplirlo. «Hay un poco de trampa, porque hay gente que me ha invitado a alojarme en sus casas o me han invitado a comer. Para mi era alojamiento a cambio de historias. Gracias a ellos lo he podido cumplir», comenta. Finalmente le ha supuesto algo menos de 900€. «Con lo que sobra voy a invitar a mi familia a comer», añade.

El reto que se convirtió en un viaje

Cualquiera podría pensar que dar la vuelta a Europa en 100 días podría ser una odisea, pero para Juanma Mérida ha sido una experiencia maravillosa. «Como ha sido en tan poco tiempo, la gente puede pensar que era como una carrera o que mi objetivo era ser como campeón del mundo. La realidad es que he hecho muchísimo turismo. Todo empezó siendo un reto, pero acabó siendo un viaje», reflexiona.

Afirma haber visitado rincones preciosos de la geografía europea. En ese sentido le preguntamos por cuál se queda. «¿Me tengo que quedar con uno?», responde entre risas. «La costa croata me pareció increíble, y el norte de Europa también. El problema allí es el invierno que es frío y oscuro, pero en verano es muy bonito, con mucha vegetación, bosques y lagos. Me quedaría con Suecia o Dinamarca», explica.

«En Macedonia me robaron el casco»

Como es evidente, 100 días y 13.000km dan para mucho, y también hubo algunas piedras en el camino. «En Macedonia me robaron el casco. Siempre llevaba conmigo las cosas de valor, pero tampoco pensé que a alguien se le ocurriría quitarle el casco a un ciclista, en un restaurante de carretera y a 40km de la ciudad más cercana», lamenta, aunque por fortuna estaba en un país barato. «Tuve que pedalear sin casco, y no me gusta nada. Nunca sabes cuando te puedes caer y es muy peligroso», recuerda del momento hasta que se pudo comprar uno nuevo.

Otros baches fueron los problemas mecánicos. Primero en el norte. «Estaba a 20km de la tienda más cercana y se me rajó la cubierta trasera», pero pudo hacer un apaño que le aguantó unos kilómetros, y consiguió hacer un tramo a bici y otro andando hasta el lugar para repararla. También tuvo un incidente en Francia con un pedal que estaba apunto de romperse: «Fui a la tienda y me lo arreglaron. Menos mal que era sábado, porque el domingo habría estado cerrado».

Era consciente de que iba a tener problemas de este tipo, pero como dice, «lo importante es que se pudo solucionar». Y es ahí donde se encuentra en parte la magia de esta aventura, en el poder improvisar sobre la marcha.

Tiene un consejo para todos aquellos que estén tanteando hacer una aventura como esta: «Que no piense demasiado. Que no planifique, porque ningún día sale como crees. Que sean personas adaptables a la aventura y sepan improvisar. Que no intente controlarlo todo y se deje llevar por el viaje. Ahí esta la felicidad. Que no tenga miedo, porque luego siempre es menos de lo que parece».

Pedaleando por Ucrania

Además del reto personal, la vuelta a Europa tenía el fin de recaudar dinero para las familias ucranianas afectadas por la guerra. «Va a estar abierto unas semanas más. Me habría gustado recaudar más. Teniendo más apoyo en el marketing para recaudar más dinero, quizás. Ha sido difícil estar pedaleando tantas horas, estar con las redes, los videos de YouTube…», confiesa.

Sin embargo se muestra optimista con pasar la barrera de los 3.000€, e intentar llegar a los 5.000 o 6.000. Cualquier interesado puede aportar la cantidad que considere oportuna mediante la plataforma Mi Grano de Arena.

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