Una caja de fruta, una lesión que la acompañará siempre y un cambio de vida a mejor | Yo soy noticia

No es nada sencillo aplicar la mentalidad positiva de Rakel Mateo (Mungia, País Vasco, 13 de junio de 1975) , quien tiene claro el lema de que «siempre hay que sacar las cosas buenas de algo malo». Así se tomó ella el accidente que derivó en su actual discapacidad, algo que le llegó cuando tenía tan solo 26 años y trabajaba en un supermercado. «Siempre pienso que cualquier cosa que venga la voy a superar».

«Yo es que tuve que trabajar en muchos sitios y buscarme bastante la vida», comienza contando sobre aquellos años. «Vengo de una familia humilde y tuve que buscarme la vida«, confiesa la veterana deportista española, que llegó al deporte por casualidad y gracias a su hermano. «Hacía ballet y danzas vascas, pero nada de competición».

Un accidente laboral desgraciado

Sin embargo, todo cambia en ella el día que sufre ese accidente laboral trabajando en un supermercado. «Me pasó cuando tenía 26 años y me quedaron secuelas en la pierna izquierda. Trabajaba en un supermercado y se me cayó un montón de cajas de frutas sobre la pierna. Al principio me pusieron una escayola y no pensé que no fuera a recuperar la pierna, pero con el paso del tiempo me seguía doliendo. La verdad es que no pensé que me fuera a quedar así», explica.

Lejos de venirse abajo o que eso le afectara negativamente, acabó ocurriendo todo lo contrario.

«He cambiado mi vida a mejor. Antes tuve que convirir y luchar con la anorexia y haberlo superado me hizo más fuerte. De todo lo malo, siempre hay que sacar algo bueno. Ese accidente me ha dado una vida que no habría tenido»

También cuenta que aunque al principio no llevaba muletas, «con el tiempo fue mermando mi capacidad y ahora la uso todo el rato. No es que me haya acostumbrado, sino que he aprendido a asumirlo».

Además, sin esta situación nunca hubiera descubierto el paratriatlón, o eso piensa ella. «Yo no sabía ni correr ni nadar», dice entre risas. «Después del accidente, un día iba en mi coche adaptado y vi la bici de mi hermano. Decidí probar y usar una bici adaptada, salir del pueblo, tener libertad. Así descubrí el ciclismo».

Eso fue en el año 2010, pero es en 2013 cuando todo termina de cambiar.

«Se me ocurre como locura hacer el triatlón de Zumaia, pero sin saber correr ni nadar. Nadaba como podía yendo de un lado a otro e iba dando saltos en lugar de correr. En ese triatlón me puse a nadar y me quedé sola y al salir del agua y subir a la bici me veía sola pensando que me cortarían en algún momento.

Después, al terminar, se dio cuenta de que la experiencia había ido mucho mejor de lo que ella creía. «No me creía que había conseguido un buen tiempo quedando entre medias del grupo de cabeza y el de cola».

Su experiencia olímpica

A partir de ese instante ya nada volvió a ser igual en el día a día de Rakel Mateo, que no dejó de crecer y de mejorar como deportista, hasta lograr su clasificación para los Juegos de 2016 en Río de Janeiro. «De repente, un día, sacaron las categorías de Río y yo pensé que sería imposible ir a los Juegos, pero decidí probar. Quería disfrutar el camino y empecé a competir. Hablé con mi empresa y me sorprendió su respuesta y su decisión de apoyarme, así que ya no quedaba otra que intentarlo», rememora entre risas.

Una vez tomada esa decisión, todos a su alrededor se volcaron con el sueño de estar en Río. «Mi empresa, mi pueblo, la gente de a pie… todos me iban apoyando. Empecé compitiendo en Europeos, Mundiales y demás pruebas y cuando me confirmaron que iba a Río pensé que ya me podía morir».

Y es que logró la clasificación sin tener un ciclo paralímpico entero.

«Todo el mundo debería poder vivir la experiencia de unos Juegos. Es difícil explicar lo que se siente. Solo por llegar allí ya podía devolver el apoyo recibido»

Sobre esa experiencia, solamente tiene recuerdos positivos. «Es todo impresionante, aquello es una ciudad grandísima, llena de rascacielos, con mil deportes, con deportistas de lugares que no saben dónde están en el mapa. Yo quería verlo todo pero no me daba la mirada. Te sirve para darte cuenta de las diferencias entre deportistas de los distintos países, pero todos compartíamos el sueño olímpico«.

Unos meses muy complicados

Logró un valioso diploma, pero ahora quiere más y suela con todo. «Viajé a Tasmania para poder asegurar la plaza porque ese es mi objetivo. Ahora no digo que vaya a por el oro, pero quisiera intentar algo más. Sé que si estoy al 100% podría hacer cuarta o quinta, pero luego pueden pasar mil cosas en carrera. Primero hay que cerrar la clasificación y luego iremos viendo».

Respecto a como ha pasado estos meses complicados, reconoce que se mentalizó para ello, pero su madre entró en el hospital y «fue duro no poder verla, pero ahora esta mejor», explica sobre ello. «Han sido tres meses muy complicados y siguen siendo días muy difíciles. Durante el confinamiento he ido haciendo lo que he podido, pero siendo consciente de que la salud era lo primero».

Añade, por otro lado que «no había opción B» respecto a todo esto.

«Cuando ya estaba mentalizada para todo, entró mi madre en el hospital y quedé sola en casa sin saber que iba a pasar con mi madre y si podría volver a verla»

La historia ha tenido un final feliz y la guinda seguro que llega en esos Juegos Paralímpicos de Tokio. Ella cree y nosotros también.

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