Bateos de libertad | Yo soy noticia

Son diferentes historias con personas de diferente nacionalidad y procedencia, pero todas ellas con el denominador común de la pasión por este deporte, y ubicadas en una capital del Turia que alberga proyectos que merecen y mucho la pena asentados en ese ecosistema deportivo que es el antiguo cauce del río.

La vida pirata es la vida mejor

La gran familia del C.B.S Piratas Valencia da cabida a los sueños e ilusiones deportivas de latinos que han mamado el béisbol desde su nacimiento, en países como Cuba, República Dominicana o Venezuela donde este deporte es el rey, pero también acoge a europeos y sobre todo chicos y chicas de Valencia y alrededores, que dan sus primeros pasos con un bate y un guante entre las manos.

“Este es el modelo de club que siempre soñamos”. Son palabras de José Manuel Gurrea, junto a Javier Juan y a Sergio Pescador los principales culpables de que este jovencísimo club (nació en 2014) haya pasado de los 13-14 miembros del inicio, a los casi 80 que visten en la actualidad los llamativos y vistosos colores de Piratas Valencia.

Es el modelo de club que siempre soñamos», nos dice José Manuel Gurrea, valenciano con 30 años de experiencia en este deporte y en varios países, orgulloso de la metodología de trabajo impuesta para priorizar la formación por encima del resultado a cualquier precio, y cuyos frutos se ven en la mayor calidad de la gente y su ascenso desde la base al primer equipo.

El club acoge en su seno a los Infantiles y Alevines, chicos y chicas de tempranas edades que se inician jugando al béisbol (la idea a medio plazo es la de lograr más segmentación por edad, atrayendo a más chavales a su cantera), a las chicas con el Sófbol, a un grupo de Tecnificación que sirve para ir integrando poco a poco a aquellos recién aterrizados en este deporte, y finalmente al equipo Senior que compite en Liga Autonómica.

Se trata de una ‘piña’ que aunque cada año tiene más miembros, muchos de ellos españoles para alegría de los que consideran necesario conseguir despertar el interés por esta práctica deportiva entre los jóvenes de la ciudad, se mantiene siempre muy unida.

Un grupo de amigos y amigas multicultural y donde todos arriman el hombro para ayudar, cada uno en lo que pueda, donde pagan por jugar y disfrutar del material y alquiler de las instalaciones ubicadas en el Campo Municipal de Béisbol y Sófbol del río Turia, tramo VI, y que sobre todo confirma que este deporte no está ni mucho menos en crisis en la Comunidad Valenciana.

El béisbol como válvula de escape

Club de Béisbol y Sófbol Piratas Valencia comparte instalaciones con otros 4 clubes, en un entorno de calidad para la práctica de este deporte en Valencia que ya quisieran para sí muchas otras disciplinas, pero que con el ‘boom’ del béisbol en los últimos años y crecimiento de sus clubes está empezando a originar un serio problema de espacio, que las instituciones deberán afrontar más pronto que tarde.

Conocer en este caso a Piratas, y pasar una tarde entera con ellos, sirve para desterrar dos de los mitos que aquellos que sólo conocen este deporte de oídas pueden tener como verdades absolutas.

El primero es el de la forma física. Pues bien, aquí no hay ‘gordos’ bebiendo cerveza y fumando mientras de vez en cuando lanzan una bola, o se disponen a batear.

La forma física importa, y mucho, para alcanzar un buen nivel en el béisbol. Aunque al ser un deporte de fuerza y no tanto de resistencia no juega un papel trascendental lo de tener una figura esculpida al detalle, pero sí preparar brazos y piernas a conciencia para los momentos donde la reacción explosiva es clave para tener éxito.

Es un juego largo, de 3 horas de duración, donde muchas veces no pasa nada en la zona del campo donde tú estás, así que la resistencia es sobre todo psicológica. Hay que saber medir la concentración, y tener claro cuándo van a pasar cosas y se puede entrar en acción”, nos cuentan aquellos que más saben de esto.

El segundo mito que desmontarles a aquellos que solo conocen el béisbol en Valencia de pasada, es el de la mayoría latina. Claro que hay latinoamericanos en el club, pero la presencia nacional y sobre todo valenciana es superior, imponiéndose la multiculturalidad con europeos, estadounidenses y jugadores de América Latina en las diferentes categorías del club.

Algunos albergan historiones tras de sí. Hay refugiados políticos que huyen para salvar la vida, personas que han pasado de ser fiscales en sus países de origen a tener que buscar oportunidad de lo que se pueda en Valencia, otros a los que volver de su Venezuela natal tras una breve visita les supone hacerlo con un bate de béisbol agujereado.

Consecuencia de las sospechas del personal de control de equipajes en el aeropuerto venezolano por si podía albergar sustancias ilegales en su interior. El resultado es un bate casi inservible, que en poco tiempo tendrá que reemplazar nuestro protagonista.

Son peajes que pagan para poder soñar con un futuro mejor lejos de sus países natales, y que sobre todo son más llevaderos al aterrizar en Valencia y encontrar un entorno de béisbol y amistad como el de Piratas. Una sorpresa inicial para ellos dado que fuera de España nuestro país es conocido por el fútbol, y no por el bate y el guante.

Usan el béisbol como válvula de escape, un deporte que actúa como vehículo de integración y gracias al cual se sienten felices y más cerca de sus familias a miles de kilómetros de distancia. Una realidad que muchos ciudadanos en Valencia desconocen, pero que toma forma cada semana bajo sus pies, en el antiguo cauce del río Turia donde los colores amarillo y negro de C.B.S Piratas lo significan todo para mucha gente.

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