Cuando 253 medallas y 21 récords del mundo no te dan para comer | Yo soy noticia

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Y esto precisamente es lo que más desea a día de hoy, como millones de españoles, pero en su caso con la particularidad añadida de que hablamos de alguien que tiene su nombre en la entrada de la piscina municipal de Burriana.

Un tipo capaz de congregar a miles de vecinos ante el ayuntamiento de esta localidad castellonense, emocionados ante las gestas en el agua de todo un mito del deporte paralímpico español y valenciano.

Un ‘tiburón’ castellonense

La leyenda deportiva de Dani Vidal se extiende a lo largo de más de una década de carrera en la élite del deporte adaptado. Once años entregado en cuerpo y alma a la natación, disciplina que le llenó de alegrías y medallas (un total de 253 en todas las competiciones en las que participó, incluidos Juegos Paralímpicos de Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008).

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Son además 36 récords de España, y 21 del mundo, los que atesora Dani, pero incluso en aquellos años dorados de éxitos y repercusión, sobre todo a nivel local y autonómico, los respaldos económicos nunca fueron numerosos y siempre tuvo que buscarse la vida para llegar a final de mes.

“Por aquel entonces no cobraba ni siquiera por una minusvalía (situación que cambió hace pocos años, tiempo después de anunciar su retirada de la competición oficial). Antes vivía entrenando por la mañana y luego me iba a trabajar por la tarde”, nos cuenta desde Vila-real, la localidad donde reside junto a su actual pareja y los 3 hijos que educan en casa.

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Durante un tiempo ese trabajo al que se refiere Dani era en el ayuntamiento de su Burriana natal, cuando en la piscina dominaba como un tiburón en el mar y todos querían hacerse fotos con él, presumir de su presencia y de cómo podían ayudar a la integración de un referente del deporte adaptado en la Comunidad Valenciana.

Pero los focos se apagaron en cuanto colgó el bañador, y entonces la labor administrativa en el consistorio dejó paso a un período vendiendo cupones en la ONCE (estuvo a punto de vender un primer premio en su primer día de trabajo) y a una etapa más reciente en el Decathlon.

Ahora, a sus 42 años, Dani Vidal sólo pide una oportunidad para poder trabajar y sentirse útil realizando una actividad. Se siente joven en todos los sentidos, activo y preparado para ayudar donde sea.

La necesidad de elegir entre una vida laboral estable y pasar tiempo junto a su familia hizo que en 2010 confirmase su retirada, viendo que el deporte no iba a sacarle de pobre por muchos títulos y medallas en Juegos Paralímpicos que trajese hasta la Comunidad Valenciana, pero es ahora cuando más necesita que alguien apueste por él.

Estoy inflándome a echar currículums, si le cuesta encontrar trabajo a una persona normal pues le cuesta muchísimo más a una persona con discapacidad. Pero no nos venimos abajo, seguimos luchando y asumo que las cosas están así”, afirma.

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El accidente que lo cambió todo

Sus hijos pequeños saben quién fue papá dentro de una piscina, todas las gestas que realizó y en todos los rincones del mundo que compitió, aunque por el momento y según nos cuenta Dani, “el chaval es más del fútbol y a la niña le gusta bailar”.

Lo que también ven es que a su padre le falta el brazo izquierdo y la mano derecha, secuelas del accidente que con 6 años a punto estuvo de costarle la vida cuando 30.000 voltios recorrieron su menudo cuerpo un 22 de marzo. Se había subido a un poste de la luz como chaval curioso e inquieto que era, “el más rápido de mis amigos”, y al tocar un cable su vida cambió para siempre.

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Su largo período en el hospital de La Fe de Valencia le sirvió para endurecerse psicológicamente, y además allí pudo tener un primer contacto con Ricardo Ten, otro mito del deporte paralímpico en la Comunidad Valenciana con el que años más tarde compartiría selección valenciana y española en el mismo deporte de la natación.

“Recuerdo entrar a darle ánimos cuando él estaba recién ingresado en La Fe después de su accidente, parecido al mío con un cable de alta tensión. Nos conocíamos del hospital siendo muy jóvenes, y ya en el 98 cuando empecé a nadar hacía 15 o 20 años que no lo veía. Volvimos a coincidir gracias al mundo de la natación”, apunta Dani.

CON TEN

Nadie sabe qué hubiera sido de él sin aquel 22 de marzo en su juventud, pero lo cierto es que el tiempo ha demostrado que hasta la fecha ha sabido vivir el resto de su existencia con el máximo sacrificio y ambición posible. Sin marcarse límites, sin dejar que su discapacidad le etiquetara para mal ni dentro ni fuera de la piscina.

Ha estado en Sidney, Atenas, Pekín y tuvo la mínima para ir a Londres 2012, su currículum está regado de metales en Olimpiadas, Mundiales y Europeos, y ha sido junto a Ricardo Ten el gran referente de la natación paralímpica valenciana y española. Si tiene que quedarse con un momento de su etapa como deportista de élite, se queda con el oro y los récords de Sidney 2000.

ATE15. Atenas, 25/09/04.- El nadador, Daniel Vidal, en el podio tras recibir la medalla de bronce que ha conseguido hoy en la prueba de 50 metros mariposa, durante la octava jornada de los Juegos Paralímpicos que se celebran en Atenas. EFE/TAREK

“Participar es importante, pero yo quería ganar y ser el mejor del mundo. Nunca olvidaré Sidney 2000, en Australia donde la natación es el deporte rey. Poder consagrarme nadando delante de más de 15.000 personas en un país extranjero, siendo un nadador de Burriana el campeón y escuchando el himno español, es lo más grande que he conseguido”.

Me quedo con los compañeros y todos los buenos momentos vividos, aunque echando la vista atrás me hubiera gustado que se hubiera apoyado mucho más en mis tiempos, tanto mediática como económicamente, a deportistas como yo”, añade.

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Una gesta inolvidable y para la historia

Pero por si todo lo contado ya no fuera suficiente, Dani Vidal también será recordado por siempre gracias a la gesta que en 2007, “en un momento de mi vida donde ya me planteaba muy seriamente el formar una familia y dejar de viajar tanto sin apenas beneficio económico”, llevó a cabo.

Fue cruzando el Estrecho de Gibraltar en 6 horas y 30 minutos, convirtiéndose de esta forma en la primera persona sin brazos que lograba algo de este calibre. Lo recuerda como algo duro y complicado, culpa de las corrientes marinas que incluso le obligaron a retrasar una aventura planificada para un 20 de agosto, y que finalmente se llevó a cabo dos días después.

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En sus planes estaba completar este hito en apenas 3 horas y media, pero contra los caprichos de la naturaleza y en mar abierto poco puede hacer el ser humano. “Lo hice para que tuviera repercusión en los medios que los discapacitados también podemos hacer grandes gestas. Creo que, para lo que supuso, faltó más repercusión a nivel nacional”, señala.

Curiosamente de fuera de España, desde Italia y hasta de una radio de Vietnam, sí que le llamaron para conocer más detalles sobre su persona y la gesta alcanzada. A Dani le emocionó especialmente saber que su iniciativa podía ayudar a mejorar la vida de personas a miles de kilómetros de distancia.

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Me contaban que mi historia animó y motivaba a personas mutiladas allí por culpa de las minas antipersonas. Mostraban lo mío como un ejemplo de que se podía vivir con discapacidad. Fue algo muy bonito, más que todo el dinero que pude sacar y todo lo que costó hacerlo”, rememora.

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