El reto más difícil de mi vida | Yo soy noticia

Este mes me he enfrentado a uno de los retos más difíciles de mi vida. Ni la esclerósis ni el resto de autoinmunidades están siendo tan duras como lo está siendo este retazo. Decidí acoger en casa a un adolescente de 17 años que padece asperger, esquizofrenia y trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad.

Ninguna de las patologías está diagnosticada por sí misma pero posee características de las tres, cosa que todavía hace más complicado el tratamiento. Adolescente complicado como la adolescencia en sí misma, pero la falta de reglas, de realidades de la vida, de inclusión social, entre otras tantas cosas más, unido a una mente rígida que no ve más allá, que no ha sido lo suficientemente estimulada como para desarrollarse en muchos aspectos de la vida.

Y para mí lo más importante, el ser considerado como diferente, como alguien que no es capaz o que no puede. Todo esto ha formado a un ser humano muy potente, pero muy destructivo para sí mismo y para el resto a la vez. Este mes estamos pasando juntos las 24 horas del día, a veces me desespero y me llevo las manos a la cabeza.

Porque repito que no es nada fácil, pero son muchas más las ocasiones en las que me siento orgullosa del avance que estamos consiguiendo entre los dos, y es que aprendemos uno del otro constantemente. La clave está siendo una buena alimentación, una rutina de ejercicio físico moderado, seguir los ritmos circadianos en la medida de lo posible, hablar y hacerle reflexionar mucho, muchísimo.

Hacerle ver que no todo es blanco ni negro, que hay colores intermedios. Pero el quid de la cuestión está siendo la normalización, socializarse de manera natural sin que nadie lo trate como diferente, tener un grupo de amigos que llevan una vida totalmente normalizada, con todo lo que ello conlleva. Una socialización normal donde nadie es más que nadie.

Y es que este reto me está ayudando a darme cuenta de muchas cosas, y doy gracias por haberlo aceptado cada día. No está siendo fácil, pero lo que estamos aprendiendo el uno del otro día a día realmente no tiene precio.

Me he dado cuenta de lo valiente que soy, no todo el mundo habría estado dispuesto a aceptar la situación, pero estoy encantada de haber sido la elegida y la encargada de estar realizando esta reeducación pedagógica durante todo el mes. Sobretodo he aprendido a valorarme a mí misma, a valorar mi trabajo y a ser consciente de la efectividad de todo lo que llevo a cabo. A veces necesitamos una palmadita en la la espalda para darnos cuenta de las cosas, y esta ha sido la mia.

La adolescencia es una etapa muy complicada, todos tenemos que pasar por ella de la mejor manera posible. Caerse mil veces y levantarse doscientas mil es la clave para salir victorioso de ella. Todas las situaciones a las que nos enfrentamos son necesarias, no debemos evitarlas: el desamor, el quedarte solo, discutir con tus amigos y con tu familia, las peleas amorosas, el descubrimiento de la sexualidad, descubrir nuevos placeres de la vida, aprender…..

Todos los seres humanos somos iguales, unos con unas capacidades y aptitudes y otros con otras diferentes, pero en la variedad está la riqueza. No debemos considerar a un igual como un ser extraño o diferente. Es increíble lo que podemos llegar a aprender unos de otros, así que aprendamos.

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