Adrián Rubio
“Esa jugada en el córner ha sido falta”, “hemos merecido marcar más goles”, “a la próxima nos tomaremos la revancha”… Una conversación e intercambio de impresiones normal y lógico para cualquiera que haya estado cambiándose en un vestuario, tras acabar un partido de fútbol entre amigos
Pero aquí los protagonistas van en silla de ruedas, son de diferentes generaciones y algunos portan los colores del Valencia CF mientras que otros los del Levante UD. Les une, más allá del sano pique tras el juego, su incondicional amor por el balompié y ahora, gracias a la aparición del novedoso y revolucionario A-ball, la posibilidad de practicar este deporte como hacen millones de personas en todo el mundo.
De Valencia para el mundo
Fue hace 4 años cuando César Iribarren y Fernando Giner se citaron con José Bernardo Noblejas en el despacho de este último. César es director del Máster en Gestión de Empresas Deportivas de la Universitat Politécnica de València y posee experiencia en el ámbito del fútbol sala.
Giner necesita pocas presentaciones, habiendo sido leyenda en el Valencia CF e internacional con España, mientras que José Bernardo es el actual director de la famosa ortopedia valenciana ‘Ortoprono’.
Allí, entre las cuatro paredes, resonó una pregunta que cualquiera se puede hacer una vez lea este reportaje: “¿Ah, pero que esto no se ha creado todavía?”. La pronunció José Bernardo Noblejas, perplejo y sin poder creer que lo que César y Fernando allí le proponían, dar a luz el fútbol en silla de ruedas, fuera terreno inexplorado.
“Revisamos y era verdad que no existía, porque están todos menos el fútbol”, rememora el directivo de Ortoprono, empresa que ha sido clave para crear el mecanismo que hace posible la práctica del balompié en silla de ruedas.
“El resto de deportes con silla de ruedas dependen de ti físicamente, no exclusivamente de ella como aquí es el caso”, explica el también presidente de AFAE, la Asociación para el Fomento del A-ball en España que está en funcionamiento desde hace pocos meses.
Porque han sido años de dar forma y sentido a aquel primer boceto en papel que le presentaron en su despacho. Ideando el mejor dispositivo que, aplicado a la silla de ruedas, permitiera jugar de la forma más cómoda, fácil y fluida a las personas con discapacidad pero también a las que no la tienen, ya que la posibilidad de disfrutar del fútbol con el A-ball está abierta a todo el mundo.
Ahora es tiempo de moverse con AFAE por distintas comunidades autónomas dando a conocer la idea, la llegada y consolidación de un fútbol en silla de ruedas que tiene un público potencial enorme. No iba a ser menos tratándose del deporte rey, y albergando valores de una práctica deportiva que equipara a todas las personas dentro del terreno de juego sin importa raza, sexo o condición.
Esto apenas tiene meses de vida. Ha surgido la asociación y se está hablando con instituciones públicas como la Diputación de Valencia, haciendo eventos para que los clubes se puedan animar a tener secciones con el fútbol en silla de ruedas”, nos cuentan desde AFAE.
Los mejores compañeros de viaje
Ver un partido en directo de A-ball sirve para quitarse prejuicios de encima. Para valorar el mérito que tiene haber generado en Ortoprono el mecanismo que permite jugar al fútbol en silla de la forma más divertida posible. Personas de diferente edad y forma física encuentran así una forma de socializar, de divertirse y de compartir esos ratos únicos y genuinos, con polémicas incluidas, que van tan unidos al balompié.
La ‘mancha de aceite’ irá propagándose y siendo cada vez mayor en cuanto más organismos e instituciones conozcan este sistema. La Real Federación Española de Fútbol, antes por medio de Ángel María Villar y ahora con Rubiales, lo apoya y es más, lo ha presentado como proyecto candidato a los premios UEFA.
Lopetegui y los jugadores se acercaron y conocieron el proyecto, y la idea es que sea igual que el fútbol sala y otras disciplinas bajo el manto de la RFEF. Son ellos los que han asumido el reto de tenerlo dentro, y el convenio con ellos ya está firmado”.
Las bondades y posibilidades del A-ball se van a transmitir en colegios de educación especial y de integración, donde la labor de difusión de esta nueva modalidad deportiva va a ser muy importante.
Si esto sirve para que la gente se meta en el mundo del deporte, tengan más amigos y se sientan deportistas cada uno con su nivel de juego, será una magnífica noticia. Hay chicos que juegan con discapacidad y otros sin ella, y aquí dentro son todos iguales sentados en la silla”, añaden.
El VCF, a través de su Asociación de Futbolistas presidida por Fernando Giner, uno de los padres de la criatura, y el LUD con su comprometida Fundación en todo lo relativo al deporte adaptado, están apoyando la difusión y consolidación del A-ball, y seguro que muy pronto serán más clubes los que miren hacia Valencia para aportar el apoyo y cariño que esta idea revolucionaria merece.
Porque gracias a ellos y a Ortoprono, con el A-ball “se ven jugando a fútbol y se sienten futbolistas, no te sientes discapacitado”.
Grupos de trabajo y un gran sueño olímpico
Precisamente es César Iribarren el actual entrenador del equipo de A-ball, fútbol en silla. Una vez a la semana los 16 jugadores, 14 chicos y 2 chicas, se reúnen para hacer algo que hasta hace muy poquito pensaban que nunca más podrían volver a hacer: jugar al fútbol.
Él se encarga de enseñarles a manejar la silla y el dispositivo Éoos, diseñado por Ortoprono, con el que manejan el balón; de ayudarles a crecer en habilidad y rapidez; de instruirles en cómo entender el juego. Y más importante aún: mantiene al equipo unido, motivado, con ganas de seguir aprendiendo y dispuestos a afrontar los desafíos que quedan por venir, que son muchos.
Y es el mecanismo de disparos y pases el gran secreto de todo este éxito, porque además se adapta a cualquier tipo de silla y a diferencia del baloncesto adaptado, donde la forma física en el tren superior es importante, aquí todo depende de la pericia del jugador.
“Lo complicado fue crear y acertar con el mecanismo, por eso ninguna fabricante mundial lo había creado todavía. ¿Pero por qué no se puede inventar en Valencia? Dentro de 10 años estoy convencido de que será un deporte paralímpico, y entonces presumiremos de que lo creamos en esta tierra”, concluyen.
