Por qué jugar a fútbol americano en España | Yo soy noticia

Porque reconozcámoslo: no hay fama mediática, apenas hay dinero y apoyos institucionales ni tan siquiera cuando eres el campeón de España (en otros países de Europa la película es bien distinta) y el ‘castigo’ físico es elevado, así como la preparación y entrenamiento que van asociados al siempre exigente fútbol americano. ¿Entonces por qué? ¿Cómo es la vida de un jugador referente en nuestro país? ¿Qué hay el día después de atrapar el pase de touchdown ganador en el último segundo, pero sin los focos ni los ojos del planeta mirando hacia una Super Bowl?

‘Friday Night Lights’, ‘Titanes: hicieron historia’, ‘Un domingo cualquiera’… la lista de películas o series centradas en el fútbol americano es inagotable. Todas ellas han contribuido a desarrollar mucho más la pasión y curiosidad por este deporte fuera de las fronteras de Estados Unidos, la auténtica cuna de un deporte que allí es venerado y seguido hasta la saciedad. Junto con la Super Bowl, cada año consiguen atraer a nuevos fans en España ávidos de conocer más, incluso de ver algún partido en directo en nuestro país, quizá incluso de comenzar a jugarlo.

Y Valencia, por suerte, es ahora mismo la ciudad del fútbol americano en España. Con unos Valencia Firebats como vigentes campeones y que han estado 4 veces en la cima de la LNFA Serie A, y unos Valencia Giants asentados en la élite y semifinalistas en 2015, la capital del Turia sigue jugando un papel fundamental en la difusión de este deporte.

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Triunfar en el ‘anonimato’

A él llegó con 12 años Alejando Silvestre, receptor de los Firebats que vive su cuarta temporada consecutiva vestido de amarillo y negro. Criado en Museros Bous, donde se inició en la modalidad de flag (fútbol americano sin contacto, perfecto para novatos en el juego) y club en el que residió hasta los 21 años. Ahora, con 25, confirma todo lo bueno que mostró en su primera campaña en Firebats cuando fue MVP del ataque y que una grave lesión de rodilla frenó en seco, justo antes de empezar el segundo año.

El curso pasado lo usó para recuperar sensaciones y celebrar junto a sus compañeros el título de la LNFA Serie A ganado en Badalona a los Dracs (la gran rivalidad de los últimos tiempos en España), y esta la ha comenzado siendo el gran referente ofensivo de los actuales campeones. Son 4 TD en 3 jornadas disputadas hasta la fecha, dos el pasado sábado frente a Dracs en el Estadi del Turia, haciendo daño en rutas por fuera y también por dentro y ya sin recuerdos de la grave lesión sufrida.

“Después de un problema como ése cuesta volver a la normalidad. Es una recuperación física pero también mental”, confiesa Álex Silvestre, el ‘wide receiver’ de referencia en los actuales Firebats. El suyo no es un deporte exento de riesgos, a la vuelta de la esquina puede estar un golpe ‘feo’ y una conmoción cerebral, comentadas hasta la saciedad en USA pero también frecuentes en España, y además el entorno no es de gran ayuda.

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“El tema del césped es muy ‘jodido’, con el riesgo de lesiones existente y además de esto se da la circunstancia de que hay que montar porterías. Antes de jugar hay que ir con varias horas de antelación para colocar los postes, encima de que hay mucha tierra y nosotros rellenamos huecos antes de los partidos”, apunta. En su opinión “las instalaciones del río no están mal, hay mucho espacio, pero lo del terreno de juego es lo peor. Rellenamos huecos con tierra y una pala antes de jugar, sufren los tobillos y las rodillas cada vez que jugamos”.

Y encima, sin apenas repercusión en el entorno cada vez que hacen algo importante. “Sí que afecta que hablen de fútbol americano en España y todo sea NFL, como si no existiera lo nuestro, hay muchos seguidores pero lo nuestro no lo ve tanta gente. Hace 10 años todavía era peor, ahora la cosa va mejor pero es verdad que va muy despacio”, dice con pesar nuestro protagonista. Y es que precisamente más interés del público (que lo hay y mucho en Valencia y España, solo que demasiado atrapado en el postureo de ver una Super Bowl y gracias) es lo que echan de menos referentes del fútbol americano en nuestro país como lo es él, ver “el estadio lleno”.

Más allá de los golpes

Dicen que la ignorancia es atrevida, y no hay nada más atrevido que valorar el fútbol americano como un simple deporte de choque y violentos golpes. Hay un componente estratégico y mental que supera por mucho la importancia de estar más o menos ‘fuerte’, y sin el que no se puede comprender todo lo que pasa en cada partido. España no es Estados Unidos, y el ritmo de entrenamientos y profesionalización no se asemeja al de los Dallas Cowboys o Denver Broncos, por poner dos ejemplos conocidos mundialmente, pero que nadie se crea que aquí se trabaja con dos o tres ‘jugaditas’ y el resto es improvisación pura y dura.

“Tenemos unas 80-90 jugadas en el ‘playbook’ de ataque, y encima hay muchas variaciones de cada una de ellas según sea con ‘huddle’ o en formación ‘no huddle’. Hay que aprender los signos y sincronizarse con el quarterback, vemos en casa los partidos y los entrenamientos y los entrenadores corrigen y nos mandan notas y apuntes”, indica Álex. Y eso no es todo, porque el playbook va creciendo conforme pasan las jornadas, “empiezas con algo más ligerito y cuando llegas a playoffs acabas a lo grande, ahora mucho más con nuevo QB y cada semana vamos metiendo nuevas jugadas y ‘audibles’, distintas variaciones”.

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Es ‘otro trabajo’ sumado al individual que tiene cada uno (o estudios universitarios en su defecto) y al tiempo que hay que dedicar al gimnasio. Cobrar no se cobra, en todo caso y si eres lo suficientemente bueno puedes llegar a no tener que pagar, pero la atención y compromiso que exige el nivel actual del fútbol americano en España supera, y por mucho, lo que uno puede encontrar en cualquier otro deporte que sí que sale en los medios de comunicación.

El día después

“El domingo, después de jugar un sábado, a descansar con dolores de costilla y hematomas por todo el cuerpo, y el lunes a las 7 de la mañana rumbo al trabajo”, reconoce el ‘playmaker’ de los Valencia Firebats. Aquí pocas bromas con las conmociones cerebrales y cualquier otro contratiempo de salud, mucho más en gente que no es profesional y debe volver a su vida normal al día siguiente.

Ellos saben que haciendo cualquier deporte puedes lesionarte, no es exclusivo del fútbol americano, pero la dureza se alía con unas instalaciones que no están a la altura y con una atención mediática que no llega. Ni tan siquiera cuando hoy en día quien más quien menos ve la Super Bowl y se preocupa de saber algo más de este deporte que mueve millones de aficionados por todo el planeta, ni tan siquiera cuando en Valencia presumimos del club campeón de España.

A Álex, que se rompió la rodilla hace tres años y ha tenido problemas también en el hombro, le toca beber mucha agua después de jugar “porque con el esfuerzo físico y enfundado en casco y coraza puedes perder mucho peso en un partido”. Junto a él su ‘inseparable’ bolsa de hielo en los golpes y músculos, sabiendo que “al día siguiente te aparecerán dolores que no tenías ni sabias que podías tener en distintas zonas del cuerpo”.

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Pero el componente familiar, de unión, que se respira en cualquier equipo de fútbol americano puede con cualquier obstáculo. “Es nuestra forma de vida, no puedes dejarlo y es como una droga. Llevo tantos años que me lo compensa todo, salía de clase y me ponía casco y coraza y a jugar. Somos como una familia en el equipo, todo lo hacemos juntos e incluso quedamos fuera del campo para ver partidos de NFL o para salir por ahí”.

Están convencidos de que con instalaciones adecuadas acudiría mucha más gente a ver los partidos. Eso, junto a la necesaria labor de difusión de los medios de comunicación en colaboración con los clubes, daría paso a una popularidad que se hace necesaria. El juego y lo que ofrece un partido de fútbol americano en España cada día que pasa es de mayor calidad y atractivo para el espectador, las plantillas son amplias y se trabaja todo lo profesionalmente que se puede.

Son valientes que van a seguir desafiando la falta de recursos, la incomprensión de buena parte del entorno y el miedo latente a la parte física del juego para brillar enfundados en casco y coraza. Para emular a ídolos de Super Bowl con jugadas como la que significó el reciente triunfo ante Barberá Rookies que, por desgracia, nunca conocerán gran parte de la población.

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