Israel Molina Gómez
El deportista aragonés acaba de lograr la medalla de plata en el Open de Luxemburgo, ya sabe lo que es ser campeón de España, sin embargo, esto no le hace ocultar la realidad de un deporte del que es "complicadísimo" vivir. "Nos ayudan muy poco"
El taekwondo vive una etapa convulsa llena de cambios por aquí y por allí. Mientras los campeonatos se van sucediendo, los deportistas no tienen más remedio que adaptarse a ellos, poner buena cara e intentar sobreponerse a todas las dificultades que se encuentran por el camino.
Este berenjenal de nuevas medidas no ha sentado mal a Adrián Del Río (Zaragoza, 13 de octubre de 1998), que ya ha podido proclamarse campeón de España en la categoría de menos de 63 kilos y ahora viene de conseguir una brillante medalla de plata en Luxemburgo en el mismo peso.
«Parece que no nos están sentado mal estos cambios, aunque hay que ir adaptándose poco a poco. Todavía estamos probando cómo van a ser las cosas en el futuro, pero no nos queda otra que aceptar la situación», explica a Yo Soy Noticia el español, otra perla de la cantera de un deporte que no deja de sacar grandes talentos.
«Yo creo que la idea que se tiene es la de acercar el taekwondo a la mayor cantidad de gente posible, hacerlo más comprensible para todo el mundo y que el espectador que se acerque al deporte se quede. Es muy espectacular y lo único que falta es que sea menos minoritario»
Un deporte para atraer a la audiencia
Eso seguramente está provocando que los aficionados más acérrimos al deporte puedan llevarse un disgusto, e incluso que los propios deportistas recelen de ello. «La mayoría de taekwondistas estábamos contentos con el reglamento anterior», explica Del Río, consciente de la importancia que tiene atraer a la mayor cantidad posible de espectadores.
Está en buen momento Adrián, algo que puede atesorar con esta última medalla de plata en un momento en el que la temporada toca a su fin. «Ahora es momento de descansar un poco y en agosto volver a retomar la máxima intensidad con los entrenamientos para en septiembre volver a la carga en las competiciones«, cuenta sobre sus planes a corto plazo.
Dado el elevado nivel que hay en el taekwondo nacional, Adrián del Río tiene claro que estar en el próximo Mundial o en París 2024 es algo realmente complicado por diferentes razones. De cara al Campeonato del Mundo de Guadalajara se tiene que jugar la plaza con Joan Jorquera, quien a día de hoy lleva más puntos que él, mientras que de cara a esa cita olímpica de París la cosa está más complicada.
«Es que mi categoría no está dentro del programa olímpico, tengo que subir a la de menos de 68 kilos, que no es mi especialidad y además ahí está Javi Pérez, olímpico en Tokio y uno de los mejores taekwondistas nacionales»
A pesar de ello, no se resigna y tiene claro que para pelear de tú a tú con ambos el único ingrediente es el de «entrenar, entrenar y seguir entrenando«, algo que va a hacer diariamente y sin descanso.
El peso, siempre un quebradero de cabeza
Reflexiona también sobre el tema de subir y bajar de peso, algo que deportistas como él llevan con total naturalidad. «Para nosotros es algo normal, no nos perturba en exceso, aunque es verdad que desde fuera siempre se ve como algo muy interesante», empieza diciendo.
«Yo, por ejemplo, empecé en 58 kilos, ahí era más complicado estar, pero ahora ya me conozco bien y estoy más asentado en esta categoría», va explicando sobre ello. «Cuando me preparo para la categoría olímpica intento subir de los 62 a los 66 y casi siempre compito contra gente que baja de los 71 a los 67 o así. Por ahí tengo un poco de desventaja porque ellos suelen ser un poco más fuertes porque vienen de un peso superior», resume.
Más allá de este proceso, resta importancia al tema de estar pendiente de la báscula. «Al final somos deportistas y es algo con lo que convivimos, como también hacen otros deportistas. Estamos pendientes de ello y ya nos hemos habituado a una vida diferente, a no quedar con los amigos con la misma frecuencia que a otra gente o a quedar y tomar algo diferente a los demás. No es algo que nos preocupe excesivamente», sigue contando con total naturalidad.
«Es muy complicado vivir del taekwondo»
Adrián Del Río, que está en la élite internacional del taekwondo, combina su deporte con estudios de comercio y sin apartar de su cabeza el sueño de sacar unas oposiciones de policía en el futuro, algo que siempre ha querido hacer. Y es que tiene totalmente asumido que del taekwondo es «muy complicado» vivir, tanto durante el proceso como, sobre todo, después de terminar la carrera deportiva.
«Tenemos muy pocas ayudas y cuando te vas a retirar todavía es más complicado porque compaginar el trabajo con la carrera deportiva suele ser difícil. Hay que buscar un plan B para el futuro porque si no…»
Incide en este hecho especialmente, el de poder trabajar a la vez que entrenar. «Es que incluso las universidades te ponen problemas muchas veces», va contando. «Yo entiendo las cosas, no te creas. Entiendo que una empresa prefiera tener a alguien que hace su horario completo que tenernos a nosotros con nuestros horarios de entrenamientos y competiciones», va diciendo.
«Pero también puedo decir que los deportistas somos muy trabajadores y muy disciplinados. Además, cuando nos retiramos entramos al mundo laboral con muchas ganas porque es algo totalmente nuevo para nosotros».
Consciente de la dificultad de esa etapa de la vida de un deportista, él se va preparando. «Es que no es algo que nos pase solamente a los taekwondistas, es extrapolable a todos los deportes minoritarios. Y les pasa a los que son estrellas; de repente, de un día para otro te retiras y la gente deja de conocerte, nadie se sabe tu nombre», argumenta.
Así que él se encuentra en una tesitura en la que está peleando por seguir en la élite de su deporte, estudiando comercio y suspirando por poder trabajar algún día como policía. «Quiero centrarme en el taekwondo, tener mis estudios de comercio para poder ganar algo de dinero con ello cuando me retire y así prepararme las oposiciones de policía teniendo algo de colchón», finaliza sobre un futuro lejano pero que nunca se puede olvidar.
