La realidad de los deportes de hielo en España es de sobra conocida. Modalidades minoritarias, e incluso ninguneadas, que intentan crecer a contracorriente, en un contexto con falta de tradición y de apoyo institucional. Como ejemplo tenemos a grandes deportistas que han tenido que emigrar para poder progresar profesionalmente.
Si la cosa es complicada a nivel estatal, no es menos en lo autonómico. Sin embargo, hay algunos destellos en la Comunitat Valenciana que iluminan el camino, y llegan hasta donde nadie lo había hecho antes. Es el caso del joven patinador Rubén Andrés, quien poco a poco se está convirtiendo en una referencia para el hielo valenciano.
Hablamos del primer deportista de la Federación de Deportes de Invierno de la Comunitat Valenciana en llegar a un Campeonato de España absoluto de patinaje artístico. «Me emociona mucho. Es algo que cuesta mucho», nos recalca el propio Rubén. Y es que en este caso, los deportistas valencianos juegan con una desventaja para poder acceder a este tipo de campeonatos, pues deben entrenar en pistas de hielo más reducidas.
«Nadie pensaba que alguien como yo, de pista pequeña, podría llegar ese pase de medalla y llegar al absoluto», apunta. Esos «exámenes» para acceder al campeonato se realizan en pistas olímpicas, y tal y como nos comenta, son ya de por si «muy complicados de aprobar».
Sin embargo, Rubén Andrés lo consiguió, convirtiéndose en el primer valenciano en hacerlo, y ahora desea que su ejemplo pueda servir para abrir camino y que más patinadores como él puedan dar el paso. «Mucha gente se cierra porque dice que no puede, y no tiene que ser así. Tú tienes que pensar que siempre se puede, y ese pensamiento te hace romper techos de cristal. Quiero que esto, mi pase al absoluto, sea inspirador para los deportistas valencianos», reflexiona.
Amor a primera vista por el patinaje y el hielo
Rubén Andrés lleva 5 años en este deporte, aunque su vinculación con el patinaje viene de atrás. Empezó haciendo patinaje de velocidad sobre ruedas. «Un día haciendo velocidad, veía a unos de ruedas haciendo movimientos con música y me llamó la atención», recuerda.
Sin embargo, acabó dejándoselo. No terminaba de llenarle. Pero en un viaje a Barcelona, su abuela le llevó a una pista de hielo. «Empecé a improvisar movimientos, y me vino una chica y me empezó a enseñar algunos. Cuando terminé, le dije a mi yaya que esto era lo que me gustaba», relata. Al llegar a Valencia le pidió a sus padres que le apuntaran, y así hasta el día de hoy.
Poco a poco fue creciendo en este deporte, del que podemos decir que se iba enamorando. «El esfuerzo diario me gustaba cada vez más. Llegó un momento en el que dije que aquí es donde quiero llegar alto. Esto es mi vida. Yo vivo para esto», comenta de su vinculación emocional con el patinaje. «Este es el sentimiento que hace valer a un deportista. El amor a su deporte y las ganas de seguir hacia delante», añade al respecto.
Además de practicante, nos demuestra ser fiel seguidor a su deporte. Entre sus referentes, obviamente nos destaca a Javier Fernández. Pero tiene más. Actuales, e incluso también se fija mucho en el patinaje antiguo. «Midori Ito, Kamila Valíyeva, Trúsova, Medvédeva… cada patinador tiene algo único», destaca.
En cuanto a metas y objetivos, tiene los pies en el suelo. «Principalmente disfrutar y trabajar duro. Y celebrar el cambio. Esta temporada hemos mejorado y hemos llegado al campeonato de España, pero la siguiente vamos a intentar mejorar», ejemplifica, dando importancia a ponerse objetivos alcanzables e ir paso a paso. «Obviamente me gustaría llegar a unas olimpiadas, pero hay que ser realistas. Lo que venga por delante», concluye.