Cuando David Ferrer tocó el cielo del tenis | Yo soy noticia

Lunes 8 de julio de 2013 y el nombre de David Ferrer aparece en el puesto número tres de la ATP. Su aventura en Wimbledon acabó en cuartos de final, pero al no revalidar el Grand Slam Roger Federer, Ferrer se convierte en el tercer tenista del mundo. El deportista de Xàbia se codea entre los nombres de Djokovic, Nadal, Murray y Federer, entre lo más alto del mundo del tenis, en las estrellas de la pelota amarilla.

Ahora, cinco años después, Ferrer se encuentra en un momento muy distinto. Una temporada 2018 que está siendo complicada y que ha hecho que por primera vez después de más de quince años, el tenista baje más allá de los primeros 50 puestos en la ATP.

Pero lo que está claro es que siempre quedará la imagen de ese Ferrer levantando títulos y poniendo el nombre la Comunitat Valenciana en lo más alto del tenis como también hizo en su día Juan Carlos Ferrero.

Siempre quedará París

Ese puesto número 3 se empezó a gestar casi un año antes, y aunque el 2012 entero fue una gran temporada con siete títulos (el tenista con más trofeos durante la campaña), en París tocó el cielo. David Ferrer logró en la capital francesa su título individual más importante, su único Masters 1000, y arrancaba un camino hacia lo más alto.

Ferrer se encontraba de dulce, en su mejor momento deportivo, y lo demostraría, de nuevo, en París

Terminó un año especial con una final de la Copa Davis que España no ganó y su participación en la Copa de Maestros, pero lo mejor estaba por llegar. 2013 tenía preparados más momentos inolvidables para el tenista de Xàbia.

En Auckland arrancó la temporada revalidando título ante Philip Kohlschreiber, la mejor manera de afrontar el Open de Australia, en el que solo Djokovic le apartó de su primera final de Grand Slam. Ese gran inicio de temporada le hizo ser el número uno español ante un Rafa Nadal que arrastraba lesiones.

Y en la gira americana demostró su valía con dos finales en Acapulco y Miami, donde sucumbiría ante Nadal y Murray. Pero no todo podía ser color de rosa, y las lesiones aparecerían. En Montecarlo no tuvo otra que retirarse, y llegó a los Masters 1000 de Madrid y Roma arrastrando molestias que le harían caer en cuartos de final.

Pero Ferrer se encontraba de dulce, en su mejor momento deportivo, y lo demostraría, de nuevo, en París.

Un sueño casi cumplido

Segundo Grand Slam de la temporada y David Ferrer llegaba con los buenos precedentes de un gran 2012 y el inicio de 2013, pero no en su mejor forma. Sin embargo, hizo su mejor Roland Garros.

Arrasaría en la tierra batida francesa sin ceder un set. Se llevó por delante a los también españoles Albert Montañés, Feliciano López y Tommy Robredo, pero no pudo en la final ante Rafa Nadal. De nuevo, el mallorquín se cruzó en su camino para seguir haciendo historia y dejaba el sueño del Grand Slam a las puertas para Ferrer.

El de Xàbia había protagonizado un enorme partido de semifinales ante Jo-Wilfried Tsonga, donde el tenista valenciano se había mostrado sólido. Cuando el francés dio pelea, Ferrer supo aguantar y seguir sin ceder un set y llegar a la final por la puerta grande.

Rafa Nadal y David Ferrer protagonizaron un bonito duelo sobre la pista central del Grand Slam francés. El tenista alicantino salió agresivo, sabiendo que era su gran oportunidad de coronarse en lo más alto y en la selecta lista de ganadores de Grand Slam. Ferrer arriesgó más en su servicio y en el resto, y el resultado fueron interesantes intercambios.

Pero Nadal estaba en su lugar sagrado y de nuevo hizo historia con su octavo Roland Garros. Con el mallorquín estuvo todo el año peleando por el puesto tercero y cuarto, y se cruzaron en la final, el mayor éxito en un torneo grande del tenista alicantino.

No sin dificultades

Tras uno de los mejores momentos de su carrera, normal fuera que todo pareciera poco, pero si algo sabe David Ferrer es no rendirse. Arrancó no con buen pie en los torneos de hierba, y llegó a Wimbledon tocado por una lesión. Pero eso no le impidió competir y no ser eliminado hasta los cuartos de final.

un 2013 que siempre será recordado para Ferrer como el momento en el que fue número 3 del mundo, disputó su final de Grand Slam y se codeó con los grandes del tenis

El que Roger Federer, entonces vigente campeón del Grand Slam inglés, no hiciera tan buen torneo, le sirvió para que Ferrer alcanzara su punto más alto en la clasificación ATP, el número tres, en julio de 2013. La recompensa a sus buenas actuaciones, incluida la final en París.

Pero de nuevo se complicaba el camino para el de Xàbia. La gira norteamericana no salió como esperaba, perdiendo en Canadá, con dificultades en Cincinnati, para llegar al último Grand Slam, el US Open, solo hasta cuartos de final. En Asia tampoco tuvo suerte, hasta los torneos europeos.

Ferrer volvió a saborear las finales, y con él, volvió al puesto 3 de la ATP, que ostentó de octubre a enero de 2014, aunque se quedó a las puertas de los títulos de nuevo. Grigor Dimitrov en Estocolmo y Michail Yuzhny en Valencia le dejaron sin el premio final, pero el tenista alicantino demostró ser capaz de rehacerse de las lesiones y de malas rachas, y redondear un año perfecto con una nueva final en el Masters 1000 de París, donde defendía título, pero Novak Djokovic no quiso que Ferrer se alzara con el título de nuevo.

Tras perder la final de Bercy, despidió el año con mal pie al perder sus tres partidos en la ATP de maestros ante Nadal, Wawrinka y Berdych. No fue la mejor manera de acabar un 2013 que siempre será recordado para Ferrer como el momento en el que fue número 3 del mundo, disputó su final de Grand Slam y se codeó con los grandes del tenis.

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