Los nervios y la motivación marcan la vuelta de los más pequeños a la competición | Yo soy noticia


Desde que la pandemia del coronavirus COVID-19 empezó a dejar paso al regreso a las competiciones, los y las deportistas de élite volvieron a sonreír y a poder disfrutar de su pasión y de su trabajo. También los equipos de cantera, que recuperaban la actividad tras casi un año de parón completo y de normativas y protocolos completamente nuevos para cualquier persona.

En todo este camino en búsqueda de recuperar el deporte, uno de los caballos de batalla ha sido el de los niños. La vida de los más pequeños había cambiado, como la de todos, y el deporte se convertía en un punto de escape totalmente necesario. Hoy, todos o casi todos han podido volver a la actividad física.

En lo que respecta al triatlón, este pasado fin de semana regresaron las competiciones escolares. Los Juegos Deportivos Vialterra volvieron con la celebración del VII Duatló Escolar Ciutat de Carlet. Pero lo que también regresó fueron las sonrisas de niños y niñas. Hoy, en YoSoyNoticia.es, nos metemos en una de las canteras más prolíficas del triatlón valenciano con Carlos Boví, entrenador y coordinador de la escuela del Tripuçol.

Todos estaban nerviosos, contentos y motivados a la vez

La ilusión más pura es la que reflejan los más pequeños cuando recuperan algo que les encanta. En este caso, el deporte en general y el triatlón en particular han ido volviendo para esbozar unas sonrisas que se convertían en un batiburrillo de sentimientos.

De hecho, el propio Carlos Boví cuenta el cóctel de sensaciones tanto de niños como de adolescentes: «En Carlet estaban nerviosos, pero también contentos y motivados. Pero la verdad es que los vimos muy bien. Los más mayores ya arrancaron antes con el Duatlón de Avilés y disfrutaron de viajar y competir. Para muchos fue su primer Campeonato de España y se lo encontraron de repente».

Y es que la escuela y la cantera del Tripuçol cuenta con unos 90 niños y niñas de entre 6 y 13 años y con unos 45 jóvenes de hasta 18 años. Sin duda, el principal sustento de un equipo que recupera poco a poco la normalidad.

Foto: archivo 2020.

Tanto es así que paso a paso, los pequeños vuelven a trabajar con sus amigos y compañeros: «Todos tenían muchas ganas de volver, pero habíamos reducido los grupos y muchos se quejaban de no poder estar con su grupo de siempre. Estaban acostumbrados a trabajar con 25-30 más y eso lo echaban de menos. Siempre me preguntaban cuándo íbamos a volver. Afortunadamente ya empiezan a recuperar ese trabajo».

Un club en constante adaptación

Uno de los objetivos que se marcaron la escuela y la cantera del Tripuçol fue no agobiar a los niños desde que arrancó el mes de septiembre. Adaptarse y buscar el trabajo cara a cara siempre siguiendo las normativas regladas por la Generalitat Valenciana fueron los pasos que siguieron desde el equipo valenciano.

Una vez más, tirando de capacidad de adaptación: «Hicimos una valoración en función de la situación que teníamos en la escuela. El año pasado sí funcionábamos con plannings, pero ahora que nos iban confinando y desconfinando intentábamos funcionar al aire libre. Si nos dejaban 8 personas, 8 personas. Hemos priorizado el verles y tener actividad física con ellos que hacer cosas a través de Internet. Ha sido interesante el tener que adaptarnos, pero también nos ha vuelto un poco locos».

Entre la locura, el agobio y la pasión por el deporte

Esa locura también ha llegado al sistema de inscripción de las competiciones, más parecido a la compra de entradas de un festival de música ante la reducción de aforo: «El principal cambio ha sido que con las normativas actuales solo pueden participar 150 personas. A la hora de iniciar la salida, aunque exista distancia de seguridad, solo pueden tomarla 150 deportistas. Antes tenías tiempo para organizarte y ahora necesitamos que los padres estén también atentos».

Este cambio ha hecho que la comunicación entre entrenadores y padres haya aumentado en busca de lo mejor para los deportistas: «Les hacemos entender que nosotros no vivimos solo para el club y no podemos llegar a todo. Llegamos hasta donde llegamos porque tenemos otras cosas aparte. Ese es el principal problema. Antes teníamos algo más de tiempo, casi una semana para poder ir inscribiendo a los deportistas y ahora tienen que tenerlo claro una semana antes de que se abra la inscripción».

Foto: archivo 2020.

Pero, como diría aquel, que todo sea eso. Carlos Boví empatiza con el resto de clubes ante el agobio de las inscripciones pero sonríe cuando ve que todo empieza a volver a la normalidad: «Es un poco agobiante, pero para todos los clubes. Pero ahora mismo, la verdad es que estamos bastante contentos. Tenemos una escuela bastante grande y coordinarlo todo es complicado, pero podemos hacerlo».

Los nervios y la motivación se han instaurado en esta nueva vida en la que el Tripuçol tiene claros sus objetivos: «Nuestro futuro es el presente que queremos mantener ahora. El principal objetivo es luchar por estar en la Primera División Nacional. Estamos con los chicos e intentando pelear por el ascenso con las chicas«.

Fotografías cedidas por el Tripuçol.

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