Rosa Escribano, porque el deporte no entiende de edades | Yo soy noticia

Pillo a Rosa Escribano (Castellón, 28 de diciembre de 1958) recién llegada de entrenar, pero se recompone poco a poco con naturalidad y cierto asombro. “No estoy mal, no estoy mal” va repitiendo. “La temporada va pasando factura, ya no estoy como en invierno y el cansancio se va acumulando a estas alturas”, sonríe.

Y es que es difícil explicar su impresionante temporada 2019, donde ha ido devorando récords en su paso a una nueva categoría, la de mayores de 60 años. Pero como la edad solamente es un número, ella tiene claro que “mientras el cuerpo aguante” tenemos Rosa Escribano para rato.

Van saliendo dolores, uno por aquí, otro por allí, pero si los vamos solucionando, seguiremos ahí, yendo a entrenar cada día y teniendo alicientes, que es lo más importante para el día a día”.

“Es verdad que me planteé la temporada con el objetivo de atacar el récord de Europa o del mundo de pentatlón en pista cubierta. Ese sabía que lo podía hacer porque viendo mis entrenamientos y cómo estaba, tenía claro que podía ir a por él. Aunque claro, luego el atletismo no son matemáticas y teniendo todo bien, pues pueden ocurrir cosas y circunstancias que no te permitan hacerlo. Pero sí, ese lo tenía en la cabeza desde el principio del año”, explica la protagonista a Yo Soy Noticia.

Historia de superación

Protagonista de innumerables triunfos, victorias y grandes historias, la de Rosa Escribano no es una más. Cartera toda la vida, se ha podido jubilar después de cumplir los 60, pero de donde no piensa marcharse es de la pista. Tras de sí hay una historia de superación que cuesta de explicarse con palabras.

Sufre de hipotiroidismo, algo que le costó más de un susto en el pasado, superó una tuberculosis que estuvo a punto de dejarla sin un pulmón y también hizo frente a una anemia que la tuvo lastrada durante mucho tiempo. “La verdad que tengo un currículum bastante grande de problemas. También llevo un soplo en el corazón”, cuenta.

“No concibo mi vida sin el atletismo”

Pero lejos de amilanarse o de que esto le haga pensar en dejarlo, Escribano aplica una teoría diferente. “Yo no concibo mi vida sin el atletismo, forma parte de mí y más ahora que ya me he jubilado. El deporte es como una medicina para mí, y además me ha ayudado mucho a detectar todos esos problemas que he tenido durante mi vida”.

Para que se hagan una idea de lo que hace Rosa Escribano, les propongo algo, intenten hacer sus marcas en las cinco pruebas del pentatlón; 10,32 en 60 vallas, 1,30 en salto de altura, 9,03 en lanzamiento de peso, 4,48 en salto de longitud y 2:57.84 en 800 metros. Inténtenlo y luego saquen sus propias conclusiones sobre lo que esta atleta, a sus 60 años y después de haber superado todo lo que ha tenido superar, está logrando.

Y es que ella lleva toda la vida ligada al deporte en general y al atletismo en particular. “Empecé corriendo como todo el mundo”, va contando. “Ibas a la pista y te ponías a hacer kilómetros, luego competías en cross, eso era lo normal”, describe la atleta del Playas de Castellón. Pero un culo inquieto como el suyo pronto empezó a interesarse por otras pruebas.

“Yo quería probar en todas, en los saltos, en los lanzamientos… Y cuando descubres la combinada ya es muy complicado volver. Yo era bastante regular en todas las pruebas y me costaba más destacar en una individual, así que me quedé ahí”.

Lejos de mirar al pasado y recordar, ella prefiere mirar al futuro y observar todo lo que le viene por delante. “Cuando tienes ganas e ilusión, no cuesta nada”, explica Escribano, que sí reconoce que tiene dolores de vez en cuando. Y aunque tiene claro que también tiene que descansar ahora un poco, “los retos vendrán”.

“Si tengo que hacer fondo, haré fondo”

En un vistazo rápido a lo que puede venir, tiene entre ceja y ceja mejorar ese récord del mundo de longitud logrado en Torun (Polonia). “Si lo hice en aquellas circunstancias, estando lesionada, creo que podré estar para mejorarlo; pero como decía antes esto no son matemáticas y a lo mejor estás en un buen momento pero luego no llega. Y me gustaría seguir mejorando en todas las pruebas, claro, es un gran aliciente”.

Además, tiene clara otra cosa. “Si por lo que sea no puedo hacer esta prueba o la otra pero puedo correr, pues será lo que haré. Si tengo que hacer fondo, haré fondo”, reconoce una Rosa Escribano que asume que mientras el cuerpo aguante, acudirá a la pista cada día, con una sonrisa y con las mismas ganas de siempre.

Si buscan un espejo en el que mirarse, no duden en intentar parecerse a ella.

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