Santi López: «El atletismo me ha salvado la vida» | Yo soy noticia


 

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El valenciano Santi López, de 52 años, es un ejemplo de VIDA con mayúsculas. La misma que le ha ido poniendo en numerosos bretes que ha ido sorteando con esa esperanza intrínseca suya que tanto hace falta en el mundo y que tan pocos poseen.

A los 26 años le diagnosticaron colitis ulcerosa, una dura enfermedad crónica y sin cura, y sólo seis después, a la edad de 32 le detectaron cáncer. Un nuevo revés para un joven Santi que lejos de hundirse se dijo a sí mismo: allá voy.

Y allá fue. Se aferró a la vida con uñas y dientes, demostrando que los imposibles sólo están en la cabeza y que la actitud con la que uno afronta las dificultades decanta el resultado de las mismas.

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Hoy, gracias al atletismo, es una persona nueva. Así lo asevera él mismo diciendo que “el atletismo me salvó la vida”. En uno de sus entrenamientos conoció al árbitro valenciano e internacional Mateu Lahoz, artífice de la ponencia que dio hace unas semanas en Benidorm para dar a conocer su experiencia.

De ella nos hacemos eco en Yosoynoticia. es. A través de estas líneas recogemos su lección de vida para homenajear a este superhéroe de carne y hueso.

Colitis ulcerosa

Corría el 1992, año en el que se celebraron los JJOO en Barcelona y en el que Santi tuvo que madurar a golpes. Padecía colitis ulcerosa, pero lo desconocía completamente ya que el único síntoma que tenía era el sangrado cuando iba al baño.

Decidió hacerse pruebas, una tras otra. El diagnóstico se prolongó mucho, hasta que finalmente gracias a una colonoscopia descubrió qué le ocurríaTenía colitis ulcerosa, una enfermedad inflamatoria del colon y del recto cuya cura no existe y que además es para toda la vida.

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Santi estuvo tratado con un índice de corticoides elevado, sin embargo los brotes resurgían transcurrido el tiempo y tocaba volver a empezar. Unos brotes por los que en ocasiones tuvo que ser ingresado. Sin embargo tarde o temprano se ve la Luz al final del túnel.

Comenzaron a practicarle la aféresis, un lavado de sangre, y desde entonces ya no sabe qué son los brotes. «Cada persona es un mundo y no a todos nos sirven los mismos tratamientos, pero mi calidad de vida ha mejorado notablemente», apunta.

Cáncer

Pero tras todo lo sufrido, todavía faltaba más por padecer, aunque Santi obviamente no podía preverlo. Un día de 1996, mientras se estaba afeitando, detectó un bulto en su cuello. Tras las visitas médicas pertinentes con sus pruebas correspondientes, biopsia incluida, llegó el golpe: cáncer, tenía cáncer.

«Les dije a los médicos que iba a dar todo de mi parte, como si tenían que quitarme la cabeza y ponerme una nueva. En estas enfermedades tienes que ser 100% positivo si quieres superarlas», relata.

La hoja de ruta estaba fijada. Se decantaron por el tratamiento conservador con sus tres fases inherentes: quimioterapia, intervención quirúrgica y radioterapia. El oncólogo advirtió a Santi de una de las principales consecuencias de la radioterapia: la pérdida de peso notable. Y Santi quiso prevenir antes de curar.

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«Al decirme que quizá tendrían que ingresarme porque yo no podría alimentarme por mí mismo decidí engordar. Llegué a pesar 100 kg y estoy convencido de que eso fue lo que me salvó la vida porque después perdí 27 kg», revela.

Durante las sesiones de quimioterapia Santi se hizo una promesa a sí mismo: correr una maratón. Promesa que acabaría cumpliendo en el año 2003 tras cinco exhaustivos años de preparación. Muchos fueron los obstáculos que tuvo que superar para cruzar la línea de meta del Maratón de Valencia.

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«A mi familia les acababan de decir que no contaran conmigo porque estaba muy malito y yo les dije que se acordaran que correría mi primera maratón. Ellos me dijeron que pensara en ponerme bueno», señala mientras se resquebraja sensiblemente emocionado.

La peor parte llegaría para su sorpresa de la mano de la radioterapia, cuando el doctor le informó que sus cuerdas vocales se habían quemado y que nunca podría volver a hablar. Estaba mudo. Pero Santi nunca dejó de creer, y ahora puede «presumir» de su voz ronca.

Año 2003: Primera Maratón

Durante cinco largos años Santi estuvo preparándose para debutar en la distancia reina de los 42 kilómetros. Su cáncer le había dejado sin saliva, limitándolo muchísimo con la hidratación siendo prácticamente imposible correr distancias así.

Pero Santi no se dio por vencido y encontró una solución muy práctica que le llevaría a cumplir su promesa: beber pequeños sorbitos de agua. «Me sentía fenomenal de ver que funcionaba y así me presenté al Maratón de Valencia», agrega.

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«Me dijeron que no podría hacer muchas cosas y al final he podido hacerlas. Todo es por la actitud con la que he afrontado las enfermedades. Estoy vivo gracias al deporte,  el cáncer y la colitis ulcerosa me han dejado secuelas que llevo muy bien por el atletismo», subraya.

Llegó el gran día. Santi iba por el kilómetro 10 cuando «noté una chispa entre las piernas, miré mis piernas y vi que la sangre me llegaba hasta los calcetines». En cuanto encontró la ambulancia fue a que le atendiesen.

«Me dijeron se te ha acabado el correr y les dije no, y me bajé de la ambulancia. Corrí con mucho dolor y terminé como pude la carrera. La hice en 3:29 horas, vete tú a saber la marca que habría hecho de estar bien»,  cuenta orgulloso.

5 Maratones

Ese primer maratón sería sólo el comienzo de su andadura en el fondo. En 2004 realizaría el Maratón de Valencia en 3:12 horas; en 2005 en 3:06 horas; en 2005 en 2:57 horas; y por último en 2007 hizo un tiempo de 3:00 horas por problemas de hidratación que tuvo.

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Del fondo a la velocidad

«Al ser imposible hidratarme cambié el fondo por la velocidad. La velocidad es un punto y aparte, hay que vivirla para entenderla. Mi debut en pista fue en 2007 en los 1oo metros lisos e hice un tiempo de 13.49 que no está nada mal», indica.

Desde 2007, Santi ha participado en multiplicidad de campeonatos autonómicos, nacionales e incluso europeos. Más de una década dedicada a la velocidad, en la que todavía no ha dicho todo. Aunque todavía no se ha planteado cuáles serán sus siguientes carreras, le queda cuerda para rato.

 

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