Víctor Cerdà Galiana nació en Vallada, una pequeña población valenciana, el 14 de julio de 1976. Con 30 años pesaba 130 kilos y había regalado su vida a la noche: “Tuve que decidir entre vivir o morir, así que cambié por completo mi estilo de vida”.
El inicio en el mundo del running lo recuerda muy duro: “Era una masa de grasa andando. Poco a poco empecé a correr hasta que me propuse hacer carreras, y de la 5k pasé a la 10k, de ahí al medio maratón, al maratón, y ya empecé con la locura de la montaña”.
Locuras como el régimen de autosuficiencia por un desierto. Cinco días que se tradujeron en la escalofriante cifra de 300 kilómetros corriendo: “Da mucha satisfacción acabar este tipo de carreras”.
Visibilidad para las enfermedades raras
Pero más todavía cuando éstas son solidarias: “Lo que más hacemos mis compañeros y yo son retos solidarios. Ya no tanto con dorsal porque me dí cuenta que era jugar contra el reloj, así que nos planteamos nuestros propios retos siempre pensando en dar visibilidad a las enfermedades raras”.
Víctor, junto a su grupo de atletas, no solo pretenden dar a conocer este tipo de enfermedades, sino que intentan que la gente, en la medida de lo posible, colabore económicamente: “Queremos recaudar dinero para colaborar en investigaciones. Mi cabeza no concibe hacer un reto sin intentar que llegue a la gente, y así apoyen estas enfermedades”.
Son 300 kilómetros en tres días, y casi sin dormir».
Su primer reto solidario fue en 2011, cuando corrió La Victoriosa, una carrera en la que se recorre toda la provincia de Valencia de norte a sur: “Son 300 kilómetros en tres días, y casi sin dormir”.
Y en 2012 fue a más: en apenas 5 días recorrió 12 kilómetros nadando, casi 600 en bicicleta y 180 corriendo.
Unas carreras de larga distancia que no solo conllevan mucha preparación física, sino que también suponen sacrificio: “Pasas todo un año preparándote, y sin querer dejas a un lado a la familia y a tus amistades. Solo te centras en entrenar y comer bien”.
En 2013, Cerdà junto a su equipo organizaron su primer camino solidario, que consistía en recorrer todas las poblaciones de la provincia de Valencia: “Fueron 1.800 kilómetros en un mes, 60 cada día. Y al año siguiente hicimos lo mismo, pero en lugar de Valencia pasamos por las cimas más altas de la Comunidad”.
Fuerza física y mental
Para poder superar todos estos retos no solo hay que estar preparado físicamente, sino también mentalmente: “Te lo tienes que tomar como un trabajo. Yo sabía que todas las mañanas cuando me levantaba mi faena era salir a correr, y la verdad es que curiosamente el cuerpo se acostumbró porque cuando dejé de hacerlo me pedía salir a correr”.
Y el incondicional apoyo de su familia hace mucho más llevaderas las metas que se impone: “Preparar este tipo de pruebas es salir hasta por las noches a entrenar, y después estar un mes fuera de casa. Pero ellos, desde un principio, me entendieron y me han ayudado en todo lo que han podido”.
Con el objetivo de correr de nuevo La Victoriosa en noviembre, añadiendo las dos ruedas a parte de su reto, Victor continúa preparándose día a día para aportar su granito de arena a las investigaciones sobre enfermedades raras.
El valenciano anima a todos aquellos que no se ven capaces de iniciarse en el mundo del deporte a que lo hagan: “Da igual andar, correr, nadar o ir en bici. Elige el deporte que quieras, sin miedo».
«Teniendo claro a dónde quieres ir, al final llegarás. Vas a sufrir, tendrás altibajos, pero al final todo el esfuerzo valdrá la pena y verás como tu cuerpo es capaz de hacer cosas que ni tú mismo sabías que podías hacer”, concluye.