Concepción Iglesias, una remontada vital gracias a una bicicleta de 40 euros | Yo soy noticia


Concepción Iglesias acaba de cumplir 62 años, pero como la edad solo es un número, ella sigue enamorada del ciclismo, un amor que llegó tarde y por casualidad, pero que la conquistó enormemente, hasta el punto de haberse convertido en una verdadera pasión a la que, a día de hoy dedica muchas de sus horas.

Hija de emigrantes, esta asturiana vivió y estudió en Alemania desde los diez años. Allí, sin ser muy consciente de ello, empezó a forjarse lo suyo con la bicicleta. «Veía a las mujeres en bici a todas horas, llevando a los niños al colegio o haciendo recados. Después, cuando volví a España ya dejé de ver a las mujeres en bicicleta», algo que afortunadamente ha cambiado para bien en los últimos años y que se debe celebrar en estos días, conforme se acerca el 8M.

«Yo empecé en esto de la bici por casualidad y con mucha ignorancia por mi parte. Con 53 años, madre de tres hijos y sin trabajo, tu rol principal es cuidar de la casa y de la familia. Nunca había hecho deporte antes. Creía que perder el tiempo»

Empieza narrando su historia desde el inicio, cuando se compró su primera bici, de cuarenta euros. «Lo hice por si luego no me gustaba, por no tirar el dinero. Y empecé porque me lo aconsejó el médico. Estuve muy mal de salud», va relatando.

El ciclismo le cambió la vida

«Tras varias operaciones, anemias férricas por hemorragias, vértigos, artrosis, reuma, dolores cervicales y lumbares por una caída, rondando la menopausia, me sentía muy débil. Me sentía cansada, con la tensión alta y perdía toda la masa muscular«.

Ahí es cuando le llegó la recomendación de empezar a hacer deporte, así que se decidió a ello. «Un día probé a hacer cinco kilómetros y tenía tal pánico a los coches que si sentía un autobús detrás mío corría a subirme a la acera», recuerdo ahora sobre esos complicados inicios.

«Pero es que poco a poco empecé a sentirme mucho mejor de los dolores. Empecé a sentir más energía y el aire en la cara me daba una gran sensación de libertad»

Y así, poco a poco empezó a ir disfrutando del ciclismo. «De sus paisajes, sus olores, sus colores. Vencí muchos miedos gracias a ir sumando kilómetros con mi bicicleta».

En poco tiempo pasó de esos primeros cinco kilómetros a hacer rutas circulares de 90. «Siendo constante comencé a motivarme con mis propios retos personales. Un año decidí subir puertos. Subí casi todos los de mi provincia que no fueran peligrosos a la hora de bajarlos».

Pero ha seguido yendo más allá. «Otro año hice 22.000 kilómetros«, sigue recordando orgullosa de todo lo que le llegó después de descubrir ese amor que tenía por el ciclismo y que ni ella misma conocía años atrás. Hasta el punto de que casi sin querer estuvo compitiendo en varios campeonatos de España.

«Mi director, Jesús, me anima a competir en lo que iba a ser una cronoescalada. Al participar, resulta que era el Campeonato de Asturias máster femenino e incluso llegué a competir tres años consecutivos en el Nacional, en Colindres, Soria y Grao«, algo que explica en unas declaraciones a la Real Federación Española de Ciclismo.

La bici, además, la ha llevado a ser una de las guías del programa de la Real Federación Española de Ciclismo Women In Bike, aunque, sin duda alguna, de lo que más orgullosa está es de algo mucho más sencillo.

«Me siento muy orgullosa de haber pedaleado junto a cuatro generaciones de mi familia: mi padre, que murió a los 85 años, mi hijo David Rubio, mi nieta Lucía Rubio y yo, hija, madre y abuela»

Fundamental a nivel mental

Y más allá del aspecto deportivo, la bicicleta también jugó un papel decisivo en su vida a nivel mental. «Me ayudó con mi timidez, con mis complejos, a conocerme a mí misma y a gestionar las fuerzas. Lo principal es la cabeza y la capacidad de sufrimiento. Eso sirve para el resto de la vida también».

Cuando ya son casi diez años saliendo de forma regular y constante con su bicicleta, se muestra feliz de haber aportado apenas un pellizco de lo que sea a la sociedad. «Cuando comencé en esto no había casi ninguna mujer que montara en bici, así que me alegra y satisface haber contribuido a ello directa o indirectamente», resume.

Y su último mensaje va dedicado a toda la gente, pero sobre todo a las mujeres, en el marco de que se acerca el Día de la Mujer el próximo 8 de marzo, que se está planteando, como le pasó a ella hace una década, empezar en un deporte como el ciclismo, «que es duro» y que requiere de ciertos sacrificios.

«Hay que organizarse muy bien. No es fácil, pero si se quiere, se puede. Y valdrá la pena. Nunca es tarde»

Fotos: Real Federación Española de Ciclismo.

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