Luis Barrachina
Los homenajes y galardones a los atletas paralímpicos son cada vez más frecuentes. Es positivo comprobar que los deportistas con diversidad funcional no reciben una menor cantidad de condecoraciones que aquellos sin discapacidad pero, ¿la prolífica gratitud pública es equiparable a la remuneración económica y la inversión de los patrocinadores?
Los prejuicios hacia los deportistas paralímpicos ya forman parte del pasado. La creencia acerca de que el deporte adaptado se encuentra en un nivel inferior que el practicado por deportistas sin discapacidades es una lacra que ha acompañado durante años a la sociedad mundial.
Los protagonistas han cambiado, el esfuerzo cada vez es más reconocido y el deporte adaptado se integra con mayor frecuencia en nuestro día a día
Desde los propios medios de comunicación, pasando por las órganos públicos y terminando en las conversaciones a pie de calle, un amplio sector siempre ha dado por hecho – bien por convicción propia o bien por tradición cultural – que los deportistas con discapacidad no merecían recibir la misma atención que el resto. ¿Acaso son menos meritorios por carecer de una extremidad o ser invidentes?
Afortunadamente, la situación ha cambiado y ahora son los periódicos, televisiones y radios quienes han detectado que el foco informativo no se debe poner exclusivamente en los astros brasileños del balón ni en el plusmarquista jamaicano de turno que pulveriza los tiempos con asiduidad. Los protagonistas han cambiado, el esfuerzo cada vez se está reconociendo más y el deporte adaptado se integra con más frecuencia en nuestro día a día.
Tres paralímpicos del proyecto FER reciben la ovación de 12.000 personas
Del mismo modo, las instituciones también han dado un giro en su forma de actuar. El pasado jueves 6 de octubre, la Federación Deportiva Municipal de Valencia otorgaba los premios al mérito deportivo en un acto celebrado en el Complejo Deportivo de La Petxina. Entre los galardonados se encontraban Héctor Cabrera y Mónica Merenciano, dos deportistas paralímpicos que subieron al escenario junto a otros de primer nivel como la judoca Laura Gómez o el atleta Miguel Ángel Plaza. En aquella gala, ninguno de los presentes se compadeció de los atletas con discapacidad ni se les diferenció en el homenaje. ¿Por qué se les premiaba? Por su constancia, su determinación, su coraje, valentía, esfuerzo, trayectoria. En definitiva, por presentar los valores de los deportistas que aspiran a lo más alto.
Todos quieren una foto entregando el diploma pero pocos rascarse el bolsillo
Unos días antes, 12.000 personas ovacionaban a Mónica Merenciano y David Casinos en el Estadio Ciudad de Valencia antes del partido, cuyo saque de honor oficiaron los paralímpicos, entre el Levante y Valladolid. Si nos retrotraemos más en el tiempo, a finales del mes de septiembre fue la Familia Real quien se apuntó a la moda de recibir a los medallistas de Río 2016. Olímpicos y paralímpicos, entre los que se encontraba Kim López, pudieron conocer a los reyes Felipe VI y Letizia Ortiz.
En una sociedad donde existe una predilección por subrayar el éxito del más fuerte y en la que el débil – mejor dicho, el menos fuerte – se encuentra en segundo plano, es una noticia excelente que deportistas con discapacidad sean galardonados a lo largo y ancho de nuestro país. Sin embargo, cabe preguntarse si el motivo real es un reconocimiento público al mérito deportivo o si se trata de actos instrumentalizados para conseguir el beneplácito del electorado. ¿O es que se remunera del mismo modo a los medallistas olímpicos y paralímpicos? ¿Son los sponsors tan agradecidos con los deportistas con discapacidad? Todos quieren una foto entregando el diploma pero pocos rascarse el bolsillo.
